Prosa aprisa
Arturo Reyes Isidoro
David Velasco Chedraui no le dio vueltas al asunto y con mucho arresto enfrentó el resultado adverso a su candidatura a la alcaldía de Xalapa en la votación del domingo.
Alrededor del medio día, seguramente una vez que hubo dormido bien luego de un mes de campaña, publicó un breve mensaje en su cuenta de las redes sociales:
“Aunque los resultados no me fueron favorables, agradeceré siempre el apoyo y la confianza de los miles de xalapeños que nos dieron su voto. Reconozco el trabajo de todos los candidatos a la alcaldía. Deseo que la próxima administración de #Xalapa esté llena de éxitos por el bien del municipio. ¡Muchas gracias!”
Era suficiente. El resultado de la votación fue contundente. Su competidor más fuerte, el senador con licencia Ricardo Ahued Bardahuil le sacó una ventaja de 2 a 1: 110 mil 664 votos contra 55 mil 557. En cualquier competencia se gana y se pierde y también saber perder forma parte de la integridad de un buen político.
Estuvo bien el detalle de agradecer a quienes votaron por él (55 mil voluntades no son nada desdeñables), pero también a quienes compitieron en buena lid, hombres y mujeres, y que distinguieron la campaña al no haber caído en guerra sucia. Se comportaron, pues, a la altura de la capital del Estado.
Mejor, su deseo de que la administración municipal de Ahued esté llena de éxitos por el bien del municipio. Pasada la competencia, debe comenzar la construcción de la unidad, porque creo que por primera vez la pasión le ganó a tantos que, por lo que he percibido, quedó no solo decepción sino hasta resentimiento.
Los xalapeños no escaparon –ni escapan– a la polarización creada por el discurso y la actuación del presidente y el poco o nulo contacto de los gobiernos estatal y municipal (este menos) con la población, con sus electores.
Al menos 55 mil de ellos no querían que ganara Ricardo Ahued porque no querían que ganara Morena. Veían y ven en él –hasta que no demuestre lo contrario– al representante del partido que está a favor del aborto, siendo la capital sede del Arzobispado y con una fuerte creencia religiosa; del partido en el gobierno que desde que inició mantiene desabasto de medicamentos en hospitales y que no surte de medicamentos oncológicos por lo que muchos niños con cáncer han fallecido; del partido en el gobierno municipal que tiene las calles destrozadas. En fin.
Como periodista, durante muchos años reportero, siempre vi desbordarse la pasión en ciudades pequeñas, en pueblos (pueblo chico, infierno grande, se acuñó una frase), al grado –lo vi y lo viví de cerca en muchas ocasiones – de que familias enteras se dividían exactamente por la mitad y acuñaban un odio que en muchos casos ha sido para siempre.
Xalapa había tenido competencia. Durante mucho tiempo bastión del PRI, después tuvo alternancia, pero la rivalidad política y el triunfo de la oposición no impactaron como ahora acabo de ver. Me preguntó por qué. Algunas posibles respuestas: por el tema del aborto; porque, dicen los empresarios, nos ven como enemigos; porque muchos saben bien que contra lo que presumen, dicho por un diputado de su mismo partido, tan pronto llegaron llenaron las nóminas de toda su parentela; porque no reciben ni escuchan a nadie. Y así.
Por esto, esta vez muchos ciudadanos, quién sabe por qué más mujeres que hombres (eso creo, por lo que fui percibiendo), estuvieron decididos a ejercer su voto de castigo, con el deseo de una victoria. Fueron derrotados. Contrario a ellos, hubo quienes, finalmente, se decidieron por votar por el candidato, no por el partido, y ahí fue donde radicó el triunfo del también empresario.
El reto del próximo alcalde Ahued es rescatar Xalapa luego del paso de un gobierno de “izquierda” que se distinguió por su alejamiento, total, de la población, por su abulia, por su ineficacia, por su irresponsabilidad y falta de planeación que lo han llevado a tener que devolver recursos a la federación (lo ideal sería que quitaran, de ya, al que está y entrara el nuevo; lástima que la ley no lo permite).
Finalmente, más que a Ricardo, que sigue siendo senador, aunque con licencia, a Morena le fue bien, a pesar de Hipólito Rodríguez Herrero, que tristemente pasará a la historia como el peor presidente municipal que ha habido, y eso que antes que él hubo bastantes. Ahued retuvo la capital para el partido de AMLO y con ello salvó al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, quien le aseguró al presidente que era la única persona que lo podía lograr.
Muchos partidos, pocas nueces
Con el resultado en Xalapa se demostró que la solución no eran nuevas opciones (8, o nuevos partidos o candidatos novedosos) y que la inmensa mayoría sigue apostando por los políticos conocidos de los grandes partidos, así sean del PRI o tengan origen priista. La competencia siempre se redujo a dos: uno del PRI y otro surgido del PRI. De hecho, casi fue una competencia entre priistas.
No obstante que compitieron personas con buen perfil, con importantes trayectorias en diversos campos, no llamaron la atención. Las siglas y colores que los postularon están a punto de perder su registro.
Con lo que pasó con ellos, la autoridad electoral debiera replantearse si vale la pena seguir organizando debates. Ya se demostró que no tienen mayor efecto y no inciden, para nada, en el resultado de la votación. ¿De qué sirve, por ejemplo, que algunos se proclamaron “ganadores” de debates si no alcanzaron quien más 8 mil votos, dos apenas 3 mil, dos 2 mil y el resto poco más de mil, frente al ganador de la elección que superó los 100 mil? Curiosamente, los dos primeros punteros no acudieron a debatir.
Merecido triunfo de Rosa María
En Veracruz, Rosa María Hernández Espejo rompió la hegemonía que mantenían los panistas al ganar para Morena la diputación federal. El triunfo de la también compañera periodista fue muy merecido. Si algún candidato del partido en el gobierno trabajó, de veras, fue ella. No era nada fácil ganarle a los candidatos azules, en una plaza que se considera coto político de la familia Yunes Linares-Márquez. Lo meritorio es que lo hizo con pocos recursos económicos, porque ni del CEN de su partido ni del gobierno del Estado le enviaron recursos. No tuvo para despensas. Gastó, eso sí, muchas suelas de tenis. Caminó y caminó y caminó y fue de puerta en puerta y su esfuerzo se coronó con el éxito.
Otro que lo había intentado la vez anterior, sin éxito, fue Fernando Arteaga Aponte, quien ganó la diputación local por el puerto también. Lo que nunca pudo como priista ahora lo obtuvo como de Morena-PT-PVEM.
Y Paquita, ¡ay, Paquita la del Barrio!, se quedó con las ganas. Se quedó en el camino y no será diputada por Misantla. Igual, otra famosa: Nena de la Reguera, mamá de ya saben quién. Alegre como es, al menos se debió haber divertido bastante como candidata a presidenta municipal de Boca del Río. Paquita y Nena, eso sí, alcanzaron un buen número de votos, una 13 mil, la otra 17 mil. Con lo que me hubiera gustado escuchar a Paquita gritándole desde la tribuna, por ejemplo, a Maleno Rosales (¡ganó, pese a que aceptó que su hijo cobraba como aviador en el Congreso!): ¡Me estás oyendo inútil!
Ya iremos comentando más sobre las elecciones.