Durante todo el mes en curso se ha venido alertando, tímidamente por las autoridades de salud, pero insistentemente por quienes avizoraban el elevado riesgo de la conducta ciudadana al abandonar las medidas de precaución contra el Covid-19, el inminente peligro de un tercer embate del Covid-19. Aunque en la CDMX Claudia Sheinbaum aligera el riesgo y dice que se trata “solo de un aumento de contagios”, “no es la tercera ola”, pero afloran los signos de una preocupante embestida, como se refleja en las estadísticas: después del dantesco escenario de enero, en marzo, abril y en mayo se avistaron signos alentadores con señales a la baja. Pero en junio ha habido 3 mil 802, un sustantivo incremento respecto de mayo. Varias entidades federativas ya variaron su semáforo epidemiológico a rojo, con preocupantes alzas en Quintana Roo, Baja California, Sinaloa y Yucatán. No es por hacerle al agorero del desastre, pero en México hemos sufrido cientos de miles de defunciones que quizás pudieron evitarse, no se pudo por las causas que se conocerán en la evaluación y los balances correspondientes. Por ahora, lo más recomendable es seguir cuidándonos y adoptar las medidas precautorias más convenientes.