Está a punto de cerrarse el círculo relativo al proceso electoral 2021, después de una jornada comicial perfectamente organizada por el Instituto Nacional Electoral. Estos días ha habido manifestaciones de júbilo en el lado de los ganadores y de amarguras entre el bando de quienes no alcanzaron el favor ciudadano. Sin embargo, observando las expresiones de victoriosas actitudes por parte del bloque opositor integrado por el PRI-PAN-PRD no se alcanza a descubrir con facilidad los motivos del festejo. Gran cosa para ese lado ha sido evitarle a Morena la mayoría calificada en la Cámara federal de diputados, tal circunstancia le complica al presidente la inercia que llevaba en estos dos años y medio de su gobierno. También, propinarle una indiscutible derrota en la CDMX al sustraerle 10 alcaldías es cosa de gran significado política porque se combina con los triunfos antimorena en el Estado de México. A cambio, MORENA avanza en su dominio territorial, pues suma 11 entidades a su expediente y 20 legislaturas locales. Por separado, el PRI avanzó penosamente, pero nada que señale resurrección completa. El PRD requiere de la alianza para subsistir y el PAN necesita de ambos para presentar un cuerpo opositor, porque solo tampoco pinta. En 2018 en 2018 los votos del PAN-PRI-PRD-PVEM sumaron 28 millones, el 50 por ciento de los 55.9 millones de votos emitidos, y ahora la alianza tripartita logró 22 millones de votos, el 46.7 por ciento de las preferencias. ¿Entonces?