Es de antología la exposición de la directora de la Lotería Nacional en la mañanera de ayer sobre la rifa a realizarse de un palco en el Estadio Azteca y un departamento de lujo en Acapulco, entre otras propiedades compradas con dinero público “para regresar ese beneficio al pueblo”. Pero no explica cómo hará para favorecer a alguien del “pueblo”, pues al ser un sorteo es elevado el “riesgo” de que algún “egoísta” “fifi” y “aspiracionista” gane la rifa, dejando sin ese beneficio al “pueblo”, lo cual se convertiría en fraude, según el discurso de la funcionaria. Pero bueno sería realizar una consulta entre “el pueblo” si gustaría gozar en propiedad un palco en el Estadio Azteca o un departamento en la Zona Dorada de Acapulco y si declara que sí, entonces podría correr la mala ventura de ser considerado como un egoísta aspiracionista, y de “pueblo” pasaría a formar parte del denostado bando de los “conservadores”. Lo peor es que a ello habría contribuido la Lotería Nacional, por promover e inducir al “pueblo” al mal pensamiento de superarse y no conformarse con lo que tiene. Según el nuevo evangelio.