“No soy Díaz Ordaz” dijo esta mañana el presidente López Obrador al referirse a las protestas de estudiantes normalistas en Chiapas, con quienes buscará establecer diálogo, “porque no es un represor”, de allí su alusión al expresidente que gobernó México de 1964 a 1970. Efectivamente, no hay punto de comparación entre uno y otro personaje, porque salvando las diferencias de tiempo y circunstancias sus trayectorias difieren sustantivamente. Díaz Ordaz transitó por la política con mucho éxito, se desempeñó como diputado federal, Secretario de Gobierno en Puebla, Juez, Senador, Sub secretario y Secretario de Gobernación, y otros importantes cargos administrativos antes de llegar a la presidencia. El Movimiento del 68 marcó de fea manera el sexenio diazordacista y la historiografía lo señala como represor. No obstante, llevó la banda presidencial con decoro excepcional y su obra de gobierno dejó huella física. Sobre López Obrador aún no es posible formular un balance definitivo porque está en funciones y apenas cursa su primer trienio. Pero tiene razón, no es igual a Gustavo Díaz Ordaz.