Arden las urnas y las boletas y los paquetes electorales. Se incendian los ánimos y la protesta, el reclamo y la condena, marchando unos y soltando denuestos, y apostados otros a pie de calle, a las puertas de los Oples, exigiendo anular elecciones, o recontar votos, o atajar el fraude.
Se oyen sus gritos mientras avanzan por las calles de Santiago Tuxtla. Avanzan los chamacos y las jovencitas morenistas —porque también ellos se dejan gritar “fraude”—, y los adultos y hasta de los de la tercera edad se dicen burlados, cuando de pronto un par de tipos cargando urnas y papelería electoral se tropiezan, derramando las boletas en el piso, sin que nadie aminore el paso ni los auxilie. Les hacen falta manos. Toman lo que pueden, las boletas, las urnas, siguen su andar.
Otros, en Castillo de Teayo, también de Morena, del Partido del Trabajo, del Verde, queman las boletas que extrajeron del Consejo Electoral, y ahí la policía no mueve un dedo, ni los grupos que resguardan el inmueble hacen nada por frenarlos. Protesta consentida es protesta fingida. Ya en la vía pública, viene el fuego. Se les ve incendiar las boletas hasta convertirse en ceniza.
Del norte al sur, de la costa a la montaña, el priismo, el panismo, el perredismo acusan fraude, boletas de más, urnas embarazadas, cifras que no cuadran, amenazas a consejeros electorales que no orbitan en el círculo de Morena.
Coatzacoalcos, Xalapa, Minatitlán, Nanchital, Orizaba alzan la voz, exigiendo recuento, voto por voto, casilla por casilla, emulando al obradorismo de 2006 cuando Felipe Calderón impidió a Andrés Manuel sentarse en la silla presidencial.
Al priismo le va como en feria. Bebe una sopa de su propio chocolate. Hacedor del fraude, violador de la democracia, imponiendo candidatos, gobernantes, alcaldes, diputados, senadores por más de 70 años, impunes sus mapaches en los tiempos de Alemán, de Fidel, de Duarte —ladrones de elecciones—, hoy lloran como antes vieron llorar a la oposición.
Y así el ritual del triunfo y la derrota, elección de Estado y democracia mancillada, el morenismo fingiendo que es víctima del fraude electoral mientras el aparato policíaco, la fuerza del estado, el puño del gobernador Cuitláhuac García y su brazo ejecutor, Eric Cisneros, secretario de gobierno, se roban la elección.
Al anochecer del domingo 6 hay fiesta en el Veracruz morenista. Felpa, tunda, madriza al PRIANRD. Fluye el PREP —Programa de Resultados Electorales Preliminares— y sólo se ven votos para el partido de Andrés Manuel López Obrador. Se salvan Veracruz, Boca del Río, Alvarado, el corredor panista, el feudo del yunismo azul. Y Orizaba, el último bastión del PRI que de no ser por Juan Manuel Diez Francos, el acaudalado empresario que va por su tercera alcaldía, también habría capitulado ante Morena. Y en el sur, Cosoleacaque, reducto de Ponciano y Cirilo Vázquez Parissi, los hijos del cacique ejecutado. Y Moloacán, del líder petrolero Omar Ricárdez Chong, que regresa a la presidencia municipal.
Con votos reales y con votos del fraude, Morena se alza con un centenar de triunfos en la elección municipal, transformándose en primera fuerza electoral de Veracruz. Y se llevan Xalapa, Coatzacoalcos, Poza Rica, Minatitlán, Misantla, Pánuco, Tuxpan de Rodríguez Cano, Álamo, Agua Dulce, Las Choapas, Nanchital, Córdoba, y decenas y decenas y decenas de municipios más.
Pulveriza Morena al PRI en todo Veracruz. Arrebata el Congreso estatal, agenciándose 25 de 30 diputaciones de mayoría y falta asignar plurinominales donde el tricolor entrará solo con dos —Marlon Ramírez y Anilú Ingran—, dejando en la orfandad al presupuestívoro Héctor Yunes Landa.
Barre Morena con el PRIAN en la elección de Congreso federal. De 20 distritos se queda con 17. Sólo el priista José Francisco Yunes Zorrilla, en Coatepec, logra ganar, y los panistas Maryjose Gamboa, en el Veracruz Rural, y Eric Abraham Sosa Mar, en Tantoyuca.
No ha sido una jornada tranquila. Ha sido violenta. Hay rasgos de elección de estado. A los candidatos muertos y a los candidatos encarcelados —Rogelio Franco y Gregorio Gómez, del Partido de la Revolución Democrática, y Nicolás Ruiz Roset, del Partido Acción Nacional— se une el amago policíaco a la población; el patrullaje que amedrenta, que pesca al que le ve aspecto de mapache electoral y si no lo es qué más da; el patrullaje que detiene a cualquiera, solo o en grupo, y los hace pasar por presuntos culpables y luego le aplica la ley fuga.
Histriónico, como actor de carpa, el jefe de la Policía Municipal de Coatzacoalcos, Víctor Ulises Osorio Soler, el que tiene en la base de la corporación su negocio de alimentos para la tropa, comida chatarra y hasta maquinitas tipo minicasino, protagoniza un vodevil.
Sentados sobre la banqueta, la vista hacia la pared, decenas de ciudadanos son tildados de mapaches electorales por el jefe policíaco. Osorio Soler los interroga, los insta a identificarse, los cuestiona, de dónde vienen, qué hacen y luego los deja ir.
Su argumento es teatro o una pieza de complicidad. Querían robarse urnas —dice— o amedrentar a los votantes. No son de Coatzacoalcos. Son de la congregación de Mundo Nuevo. Y no hay acción legal. Váyanse y no pequen más.
Captado in flagranti, el jefe Osorio Soler ha incurrido en un delito. Es cómplice de quienes, según sus palabras, acreditan la tentativa de delito electoral, delito grave según la reforma legal, delito sin derecho a fianza. Y Osorio, el cómplice, los deja ir.
Al amanecer del lunes 7 comienza el show del fraude. De norte a sur hay proclamas. Hay votos de más para Morena y de menos para la oposición. No coinciden las cifras. No salen las cuentas.
Se quejan los morenistas pero se quejan más los del PRI, los del PAN, los del PRD y hasta los partidos satélite por el tremendo nocaut.
Antes, los agraviados militaban en el PAN, en el PRD, en el Cardenista, en el PARM, en el Partido Mexicano de los Trabajadores de Heberto Castillo. Su verdugo era el PRI.
Hoy es el priismo, el panismo, el perredismo, bufando por la embestida del gobierno morenista, que va desde la represión en campaña, el encarcelamiento de los candidatos y aspirantes opositores, la oleada de violencia política que situó a Veracruz como el estado líder en agresiones con el 23.6 por ciento nacional, el fraude electoral, las urnas embarazadas, la compra de representantes de partidos en casillas.
Hay evidencia de miles de boletas de más. En Coatzacoalcos, el recuento evidencia 203 casillas de las 443 con irregularidades y miles de boletas que no le contabilizaron al candidato de la alianza PRI-PAN-PRD, Carlos Vasconcelos Guevara, y casillas en las que hubo más boletas electorales que votantes registrados en la lista nominal.
César Soto, representante del PAN ante el Ople municipal, reveló que en cada casilla le acreditaron 50 votos de más al candidato de Morena, Amado Cruz Malpica y que el 46 por ciento de la elección presenta irregularidades.
“Hay relleno de urnas —dice—. Hubo compra de votos. En las primeras 162 casillas revisadas teníamos 70 irregularidades. Al final del conteo, en las 443 casillas hubo 203 irregularidades. El 46 por ciento de la elección tiene irregularidades.
“Se les pasó la mano. Fueron burdos, exagerados, hambreados. Se avorazaron y retacaron las urnas. Fue al viejo estilo del PRI”.
Ahí, como en todo Veracruz, el plan es anular el 20 por ciento de las casillas y tumbar la elección.
Otro parámetro de la felpa es el porcentaje obtenido por los candidatos de Morena, arriba del 50 por ciento de los votos totales; los que corresponden a la oposición, en la franja del 30 por ciento.
Veracruz es excepción. Ahí venció Patricia Lobeira Rodríguez, esposa del panista Miguel Ángel Yunes Márquez, cuya candidatura se anuló por no ser nativo del puerto y no acreditar tres años de residencia efectiva en el municipio. Hay Torita pues alcanzó 94 mil 760 votos contra 90 mil 235 del morenista Ricardo Exsome Zapata. La elección se va a judicializar.
Hay vientos de fraude pero algo no cuadra. Las actas de escrutinio deben presentar firmas de los representantes de casilla de todos los partidos. ¿Acaso se alteró el acta o se le sustituyó? ¿O acaso PRI, PAN y PRD no conformaron estructura electoral para defender la elección?
Es Veracruz. Hubo madriza al PRI, y cochinero electoral, y fraude. Tenía que ser.
Archivo muerto
Vitacilina al presidente para que vea lo que se siente. Pierde Morena 10 millones de votos respecto a la elección presidencial de 2018. Pierde la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Pierde nueve de 16 alcaldías de la Ciudad de México. Sin adversario al frente —Ricardo Anaya descarrilado por la embestida de Enrique Peña Nieto, acusándolo de lavado de dinero, sin probárselo, sin ir a juicio y luego retirando los cargos—, Andrés Manuel López Obrador se llevó 30 millones 110 mil votos que le dieron legitimidad y contundencia. Hoy, su partido, Morena, sale de la elección intermedia con 20 millones 163 mil 295 votos. Se le fractura su base, sus adeptos, el arrastre, el respaldo social. Pierde, además, la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y depende ahora del Partido Verde Ecologista de México, la prostituta de la partidocracia mexicana que lo mismo se vende al PRI que al PAN que a Morena, y que será la bisagra no perder la mayoría absoluta —51 por ciento de la Cámara— a menos que no le llegue al precio y un día de estos amanece de lado del PRI-PAN-PRD. Morena gana 11 de las 15 gubernaturas en disputa, incluidas ocho de la costa del Pacífico, el corredor que sirve para el trasiego de droga, pero pierde Nuevo León, Chihuahua, el Congreso y alcaldías de Jalisco, la mitad del Estado de México y las nueve presidencias municipales de la Ciudad de México donde se ubica la mayor planta productiva de la capital del país. Una victoria pírrica: ganando, López Obrador tácitamente se quedó sin ejército. Ración doble de Vitacilina a Andrés Manuel por aquello del ardor… Ricardo Ahued Bardahuil logra la más alta votación el domingo 6. Según el último registro del PREP —Programa de Resultados Electorales Preliminares—, obtuvo 111 mil 330 votos contra 57 mil 829 de David Velasco Chedraui, candidato del PRI-PAN-PRD. Ahued le da a su partido, Morena, la alcaldía de Xalapa que se veía perdida por la pésima gestión de Hipólito Rodríguez Herrero y por la ausencia de una figura morenista con nivel competitivo, arrastre, imagen, trabajo político que pudiera retener la capital de Veracruz para el partido obradorista. Rosalinda Galindo, la reina del nepotismo; Ana Miriam Ferráez Centeno, aquella que expresó que Andrés Manuel López Obrador le producía “asquito” y que propuso toque de queda para preservar la seguridad de las mujeres, y Dorheny “Candy” García Cayetano, diputada federal del montón, sin presencia ni relevancia política, un cero a la izquierda que ni huele ni hiede, fueron medidas por Morena y reprobaron. La opción fue Ahued y le aplicó un 2 a 1 al priista-yunista David Velasco Chedraui, que aún no sabe si lo que le pasó encima fue un pullman o el tren bala de Tokyo… Felpa descomunal a Carlos Vasconcelos Guevara, “La Amenaza”. Tundido por la fuerza de un tsunami, votos legales y otros que no, el líder obrero apenas si llegó a su techo natural. Como hace cuatro años, cuando intentó ser alcalde de Coatzacoalcos por primera vez, se quedó en 32 mil votos. Pero esta vez reventó peor. Su arrogancia nefasta, sus aires de superioridad, fueron abollados por 68 mil sufragios obtenidos por su acérrimo rival, Amado Cruz Malpica, de Morena. Vasconcelos contendió en 2017 por el PRI y su marca fueron 32 mil votos que de poco sirvieron ante los 52 mil obtenidos por el morenista Víctor Manuel Carranza Rosaldo. Esta vez fue candidato del PRI, PAN y PRD y tuvo la misma votación. Políticamente está acabado. Moralmente, aniquilado. Hará año y medio, INFORME ROJO reveló que amagaba con dejar el PRI y la CTM, central obrera que lidera sin ser obrero. Tres audios registraban su voz y media docena de testigos lo confirmaban. Y como buen líder charro, se dedicó a mentir, a negar que su voz fuera su voz, que anduviera dándole patadas al PRI. Repudiado por amplios sectores de la sociedad, por la constante extorsión que practican sus allegados contra el que invierte, por las golpizas que su sobrino Luis asesta a quien se le atraviesa en el camino, emulando al tío “La Amenaza”, o a muchos les exhibe el arma, los votos de Morena lo hicieron trizas. Lo devastaron. Lo revolcaron. Hasta sus aliados le votaron en contra y sus confidentes —sus “fieles” confidentes— lo delataron trasladando información a Morena… Al desnudo, Víctor y Felipe Rodríguez Gallegos, Joaquín Caballero Rosiñol y Oliver Damas de los Santos, no podrán olvidar la elección del 6 de junio. Son un fiasco electoral. No producen votos. No le dieron al candidato a la alcaldía de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, el mar de votos que ofrecían. Víctor Rodríguez y su corte alardeando que el Partido Verde Ecologista de México, su nuevo negocio político, aportaría 10 mil sufragios; su realidad es de 3 mil votos. El ex alcalde Caballero y el regidor Oliver Damas, operando para el Partido del Trabajo con tal de meter en el cabildo a Nataly Reyna Toledo, sólo llegaron a 2 mil 500 sufragios. No pobre, paupérrima, la votación, que va denotando que políticamente ya no existen, que dejaron de ser factor de triunfo, que el marcelismo como fuerza política, se extinguió. Pasaron a ser vendedores de ilusiones y hasta en eso resultaron un fraude. Frente a los 68 mil votos de Amado Cruz, lo obtenido por PVEM y PT es nada, es basura. Y aún así, con esa mísera votación, reclaman su regidor en el próximo cabildo. Y pensar que a cambio de su operación política sus problemas con la justicia entraron en un compás de espera… ¿A qué abogado de Coatzacoalcos, metido a político, le llaman el best-seller por ser el más vendido?…