Por Edgar Hernández*
Siempre fue así.
Cuando el “Grupo México” –Córdoba Lobo, Ponce, Ojeda Mestre, Algarín, García Mercado, Susana Torres y cuatro más- llegaron con Fernando Gutiérrez Barrios a Veracruz para acompañarlo, primero a su campaña y luego a su gobierno, Dante Delgado les declaró la guerra hasta que el llamado “Caballero de la Política” lo paró en seco.
Ya ganador de la magistratura, don Fernando inició la integración de su gabinete estatal.
Fue a mediados de 1986 cuando Dante emprendió una campaña periodística contra Fernando Córdoba Lobo, que permeó en el ánimo de don Fernando apartándolo de la futura Secretaría de Gobierno para entregarla al ya para entonces desorbitado “Caballo loco”.
Dante era de los que inventaba problemas políticos, estallidos sociales locales en los entonces 211 municipios para después acudir al gobernador diciendo que los había resuelto.
Pero un día fue cachado por el colmilludo gobernador y su prestigio empezó a decaer, no el apetito de Dante en su lucha por sustituir a don Fernando.
En el ánimo del gobernador estaban Raúl Ojeda y Dante para sucederlo por lo que insaculó ante la opinión pública, preguntó a la clase política para finalmente decidir recomendarlo con el presidente electo, Carlos Salinas, quien le dijo que “por quien usted decida, don Fernando, ya que la responsabilidad de Veracruz queda bajo su tutela”.
Dante quedaría ungido como gobernador sustituto los siguientes cuatro años.
A lo largo de su mandato y con el apoyo de Gutiérrez Barrios, Secretario de Gobernación, Dante se dedicó a sentar sus reales haciendo obra pública no muy legal con el apoyo de su familia en la compra de materiales de construcción y luminarias.
En esos cuatro años de gestión empezó a sentirse presidenciable.
Empezó también a hablar mal de su mentor, Gutiérrez Barrios, a cuyos oídos llegó ese descrédito tras lo cual lo enfrió.
El poder de Don Fernando no era poco, era la cabeza de la política interior y un político respetado y muy querido en Veracruz, lo cual percibió Dante, quien una mañana cualquiera se trasladó a Bucareli y lo esperó a que llegara.
El responsable de la política interior nacional acostumbraba subir a su despacho en un viejo, pero impecable elevador, invariablemente acompañado de su jefe de ayudantes, Armando Félix Contreras y a veces algún colaborador.
Hasta ahí se le metió Dante, quien empezó a bromear, reír estrepitosamente para luego hincarse y pedirle perdón a su jefe político y padre putativo, quien sorprendido solo atrevió a solicitarle al mandatario que se levantara, respetara su investidura y se regresara a Xalapa a seguir trabajando por Veracruz.
Ese era Dante, ruidoso, irascible y poco, muy poco leal.
Eso lo llevaría a la cárcel años después por órdenes del presidente Ernesto Zedillo, quien a la vieja usanza lo puso tras las rejas no por pillo sino por desleal.
Llegaba finales de siglo y el inquieto Dante abdica al PRI para formar su propio partido por el cual contiende por el Senado para finales del siglo llevando paradójicamente como contrincante a Fernando Gutiérrez Barrios a quien llenó de apodos e improperios durante la campaña electoral.
Testimonios de esas ofensas de un malagradecido traidor las tienen siempre presentes el Pollo Pérez Fraga y Toño Selem, a quienes consta como se burlaba de don Fernando a quien bautizó como “Don Ferruco”, el mismo don Ferruco que lo aplastaría en la jornada electoral del 2000 llevándose la votación más alta en la historia de Veracruz.
Al paso de los años, en esa medianía que lo ha caracterizado, Dante siguió trabajando por su partido naranja que puso a los pies de López Obrador en su lucha por la Presidencia de la República, a la cual llegaría en 2018, pero sin Dante con quien rompe.
El resto de su historia es harto conocida.
Como Senador de la República se ha dedicado a gritar y vociferar contra el presidente, al tiempo que desde su minúsculo partido amarra a candidatos de la sociedad civil, cantantes como “Paquita la del Barrio”, actores de cuarta como el ignorante de Roberto Palazuelos, así como hijos de políticos como Colosio y locos por las redes como Samuel García en Nuevo León.
Por ahí ha hecho su ronchita pensando que ellos lo llevarán a la Presidencia de México en el 2024, a sus 70 años.
Aprovecha al mismo tiempo su tarea, más que legislativa de grilla, para aliarse con Ricardo Monreal y llevarlo a una cruzada contra Cuitláhuac García so pretexto de los Ultrajes a la Autoridad y la abusiva aprehensión de José Manuel del Río Virgen, aliado de ambos.
Dante con sus muy conocidos desplantes grita ¡Desaparición de Poderes! y cárcel para la Fiscal General, pidiendo la cabeza de Cuitláhuac que es arropado por López Obrador, no por el talento sino por lo que representa Veracruz electoralmente y…
Lo previsible, se viene para abajo la Comisión espuria creada al vapor para conocer las violaciones a los derechos humanos en Veracruz y para usar la gresca en favor de los sueños presidenciales de Monreal y Dante quienes jamás entendieron la máxima de Fernando Gutiérrez Barrios de “No hay que pelearse con el poder porque el poder mata”.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo