Una muy breve interlocución entre un cliente y el tendero pudiera dar luces para entender la elevada aceptación de la cual goza la figura presidencial: “¿no se cansará este cuate de decir mentiras todos los días?” dijo el habitual cliente mañanero al tendero quien estaba atento de su televisor y a las palabras del presidente López Obrador en su habitual “mañanera”. “¿Pues con mentiras y todo ojalá nos dure unos diez años más, o usted no ha cobrado la pensión? fue la certera respuesta al cliente, quien con la afirmativa en ristre respondió que no era dinero del presidente sino de la sociedad en su conjunto. “Si no fuera por él (el presidente), ¿quién otro nos la hubiera dado?” remató el tendero. La respuesta quedó en el aire porque el cliente salió del negocio con la tarea de encontrarle la mejor explicación posible. El episodio sirve para encontrar una razonada explicación al por qué de la tan elevada aceptación de la figura presidencial pese a las muchas asignaturas pendientes por resolver por parte del gobierno. Obviamente, esa tendencia se convierte en votos que, acumulados al de los becarios, de los “servidores de la nación” y beneficiarios de “sembrando vida” hacen un “voto duro” nada despreciable a la hora de la hora.