martes, noviembre 5, 2024

Brevísima historia del siglo XX

“Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”

Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás

Hay dos fotos de Nueva York que me parecen extraordinarias, la primera de 1905, en ella se ve una bulliciosa calle con cientos de carruajes tirados a caballo y un solitario coche. La segunda foto, en 1910, el conteo es inverso, cientos de coches y un solitario carruaje tirado por un triste caballo.

Lo mismo pasó con la electricidad, ciudades en todo el mundo en pocos años transformaron para siempre lo que hoy comprendemos como modernidad, de las lámparas de aceite a la energía eléctrica, todo, en apenas unos cuantos años.

La radio entró en nuestras casas, ahora escuchábamos al mundo sin distancias que se interpusieran. El cine puso en movimiento lo que siempre había permanecido estático. Fuimos capaces de imitar a las aves y volar con sencillos pero sorprendentes aviones de madera y tela.

El mundo se transformó en una generación. Cambió todo, se perdieron millones de trabajos y milenarias actividades humanas pasaron a la inutilidad productiva absoluta.

La economía del mundo se desplegó en miles de oportunidades, surgieron empresas petroleras, eléctricas, radiofónicas, los grandes estudios de cine. Unos más aventurados, apostaron por desarrollar mejores aviones, y otros, en pequeños garajes en sus casas, construían los primeros automóviles.

Era la modernidad, coches, aviones, radios y electricidad, la economía en la locura de la tecnología se multiplicó varias veces. La riqueza por fin, después de miles de años de historia humana, parecía para todos.

La Primera Guerra Mundial estalló, era imposible que renunciáramos como humanidad a aprovechar las nuevas tecnologías para destruirnos. Lo hicimos cuando descubrimos el cobre, el bronce y el hierro, su primer uso fue para forjar mejores armas para matarnos.

Al terminar la guerra se presentó la gripe española, fue terrible, mucho más que la actual covid19, pero el mundo aún mantenía algo de esperanza en el futuro y no renunció a soñar, siguió adelante después de muchos millones de muertes.

La promesa de prosperidad aún parecía absoluta, la tecnología era responsable de la mayor creación de riqueza jamás vista. Pero la economía mundial no pudo absorber las nuevas tecnologías, se vio rebasada por miles de millones dólares que se colocaban en el mercado y colapsó globalmente en 1929.

Es después de la quiebra económica mundial que inició la era del miedo, los países se cerraron, las sociedades no pensaban en un futuro esperanzador, era la incertidumbre la que gobernaba a millones de seres humanos en todo el planeta.

Este fue el momento de los líderes fuertes, los que huelen como hienas astutas cuando los pueblos tienen miedo. Les prometieron cuidarlas de los enemigos que las acechaban, regresar a un pasado de grandeza, ese donde la pertenencia a una raza, religión y nacionalidad es rasgo indispensable.

Pocos años después, las sociedades protegidas por sus líderes fuertes, vieron como del miedo pasaron al terror. La Segunda Guerra Mundial dio inició como la secuela de la anterior. Decenas y decenas de millones de muertes, medio planeta arrasado y la muerte como proceso industrial instaurado por primera vez en nuestra historia.

El mundo cambió al terminar esta pavorosa guerra, se dividió en dos polos opuestos en su ideología y economía y así permaneció durante cuatro décadas en una tensa y frágil paz que llamamos, eufemísticamente, guerra fría.

Ya para terminar el siglo XX, uno de los polos colapsó, la Unión Soviética se derrumbó en pedazos. Vimos el muro de Berlín caer y como de sus escombros se construyó el nuevo orden mundial. Inició con esto una breve era de futuro esperanzador, decretamos el fin de la historia y desarrollamos tecnologías increíbles y aún más sorprendentes.

Observamos por primera vez los secretos del universo y los misterios de lo diminuto. Fuimos consientes del daño horroroso que hemos causado a nuestro planeta y nos comprometimos a revertirlo con energías limpias y mejores tecnologías. Ahora, en un pequeño dispositivo que llamamos celular, tenemos, por primera vez en la historia, todo el conocimiento de la humanidad, literalmente, en la palma de la mano.

Ahora somos capaces no solo de escuchar al mundo, podemos ser escuchados, la tecnología está cambiando nuestras vidas como nunca antes lo había hecho. La democracia y las libertades parecen nuestro destino irrenunciable.

Pero otra vez la humanidad tiene miedo y busca protección en líderes fuertes que nos protejan de los enemigos que nos acechan.

Llegó una pandemia que nos encerró aún más en nuestros individuales mundos y la tecnología es nuevamente una de las causas de nuestro miedo. Perderemos millones de empleos que ya son inservibles y no nos preparamos adecuadamente para enfrentar el futuro.

La tecnología que hemos desarrollado en estas últimas décadas la convertimos en armas cada vez más poderosas e impersonales para matarnos unos a los otros. Los líderes fuertes ya olieron nuestro miedo. Otra vez regresamos al falso refugio de los nacionalismos, raza y pasado como futuro.

Estoy convencido que somos capaces de no repetir el terror del siglo XX, pero también sé que el ser humano es capaz de lo más sublime y de la degradación más cruel.

Que no nos domine el miedo, seamos fuertes y defendamos nuestras democracias y libertades.

No permitamos que supuestos líderes fuertes huelan nuestro miedo.

No podemos olvidar que del miedo al terror es un paso.

Jorge Flores Martínez

jorgeflores1mx@hotmail.com

jorgeflores1mx@me.com

Twitter: @jorgeflores1mx

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