sábado, noviembre 23, 2024

El Tren Maya: los motivos del Presidente

Este lunes Andrés Manuel López Obrador se quitó la casaca de líder de fracción política y se colocó la de presidente, al darse a la tarea de razonar la justificación del Tren Maya y responder, con relativo detalle, a las objeciones sobre el presunto daño que causaría esta obra al medio ambiente. Se agradece. Es la primera vez que la defensa del proyecto en la mañanera no pasa esencialmente por la descalificación de aquellos que cuestionan los riesgos de construir en “la selva”. Si bien en varias ocasiones ha aclarado que tales preocupaciones de carácter ecológico son injustificadas porque el proyecto del tren las ha conjurado, invariablemente tales aclaraciones terminaban distorsionadas u opacadas por el duro ataque a la reputación de sus críticos. Y, como sabemos, los adjetivos descalificativos y peyorativos en cualquier discurso o exposición terminan por acallar los argumentos razonados.

Esta vez no fue el caso. Sin descartar que algunas críticas están movidas por la mala fe, lo cual es cierto, señaló que algunas otras resultan de la desinformación o simplemente de la falta de información. Y sin más animosidad, procedió a ofrecerla.

1.- Un detonante moral y económicamente necesario. El sureste mexicano es la zona más atrasada del país, entre otras cosas por el abandono en el que se le tuvo durante décadas, salvo por las inversiones focalizadas en la lengua costera en Cancún y la llamada Riviera Maya, pero con escasa vinculación al resto de la región que se extiende desde la península hasta el istmo. El Tren Maya intentará no solo articular la región en su conjunto, la unirá además al sistema ferroviario del país y, sobre todo, ampliará posibilidades de que la enorme afluencia turística playera se derrame en busca de otros atractivos arqueológicos, de poblados inexplotados y de bellezas naturales que se extienden hasta Campeche, Tabasco y Chiapas. 

2.- Sin riesgo, mil 400 kilómetros. La mayor parte de los mil 500 kilómetros que comprende el Tren Maya discurrirá a la vera de carreteras y vías preexistentes; en un enorme mapa, AMLO precisó tramo por tramo tales segmentos. En ese sentido, el riesgo o daño real termina siendo marginal, explicó, y no tiene relación con la imagen que muchos se han hecho de una invasión indiscriminada a tajo en la selva virgen. Y tales daños marginales quedarían más que compensados con el proyecto de reforestación del equivalente a 200 mil hectáreas de especies propicias al medio ambiente.

3.- El tramo 5 y el cambio de ruta. Las objeciones se centran en el tramo 5, que va de Tulum a Cancún, reconoció el Presidente, pues en efecto el cambio de ruta obligará a construir la vía en una zona de cenotes, una precisión que se agradece porque de alguna manera justifica las preocupaciones externadas por grupos ecologistas y la opinión pública. Y acto seguido, ofreció razones para disipar tales preocupaciones. El cambio de ruta original, que corría por la carretera de cuatro carriles, resultó cuestionado por hoteleros y pobladores porque afectaba predios habitacionales y turísticos de difícil reconversión por negociaciones entrampadas y objeciones jurídicas. La posibilidad de salvar este obstáculo mediante un tren elevado sobre la carretera resultó prohibitiva por razones financieras.

4.- No es la selva que se imaginan. El nuevo trazado corre en paralelo a la carretera no sobre ella, pero relativamente cerca, en los espaldares o parte de atrás, en terrenos en su mayor parte adquiridos por hoteleros para futuros proyectos o ampliaciones, y muchos cuentan ya con uso de suelo y dictamen de impacto ambiental. Contrario a la imagen de una selva tropical que se ha hecho la opinión pública, el Presidente afirma que se trata en su mayor parte de acahuales, arbustos y maleza, que no es monte alto ni nada que se le parezca.  

5.- Respeto a los cenotes. El trazo cruza en efecto una zona de cenotes, pero tender una vía no significa que vaya a destruirse el sistema de cavernas o los mantos acuíferos. Se tratará de evadirlos y se hará el análisis pertinente para construir pasos elevados allá donde se tope con un cenote o una zona frágil. El Presidente señaló que su actitud no es suicida, y que tiene la intención de preservar la naturaleza y evitar cualquier desastre en contra del medioambiente y el bienestar de los habitantes. Refirió, para mostrarlo, los esfuerzos que se están realizando para ampliar las reservas en parques de Calakmul (10 mil hectáreas más), Uxmal (dos mil 400) y el Parque El Jaguar (otras mil). 6.- El desinterés por la devastación de otras obras. Pese al enfoque argumentativo e incluso pedagógico, el Presidente no ocultó su perplejidad por el desdén con que la opinión pública y los ambientalistas, hoy tan críticos, han tratado otros proyectos de muy alto impacto. Por ejemplo, la concesión a la empresa estadunidense Calica para operar 300 hectáreas junto a Tulum y llevarse la grava a Estados Unidos o la excavación que hace Xcaret entre cenotes para generar túneles de buceo. 

Con todo, la reflexión sobre el Tren Maya en respuesta a sus objetores llama la atención por el tono inusitadamente conciliador. Desde luego los datos presentados pueden y deben ser contrastados frente a la realidad, nada de lo que se dijo tiene que ser tablas de la ley para nadie. Pero se trata de argumentos y planteamientos razonados, que merecerían ser tratados de la misma manera. Esta vez el Presidente decidió no optar por la polarización y sí por la lógica. Ojalá que sus críticos respondan en consecuencia. 

En el video presentado por los artistas sobre el Tren Maya hay una preocupación genuina por el medio ambiente pero también una línea de argumentación que exhorta a cancelar la obra, haciéndose eco de los llamados de la oposición: “no necesitamos un tren, necesitamos conservar nuestro territorio”, afirma uno de ellos. Hay todos los motivos para exigir que una obra pública de la magnitud del Tren Maya no provoque daños irreversibles y devastadores en un medio ambiente tan frágil como el de la península; el Presidente ha ofrecido una respuesta en ese sentido. Pero de igual manera, habría que esperar que los críticos y la oposición no tomen como coartada una supuesta preocupación por los cenotes para descarrilar un proyecto, que una vez en marcha, podría hacer una diferencia en la vida de millones de pobladores de una región que hasta ahora había sido ignorada.@jorgezepedap

otros columnistas

Sexto: el año radical

Un día en la playa

Otra del Ejército

Los otros derechos humanos