Al igual que el referéndum, la figura de Revocación de Mandato distingue son procedimientos electivos que distinguen una democracia participativa respecto de una representativa; la del día 10 de abril será la primera en su tipo en nuestro país, aunque debe subrayarse la particularidad de este proceso, pues en vez de partir de una inconformidad ciudadana respecto de su gobierno, es promocionado por adeptos al presidente, lo cual en esencia lo convierte en un proceso atípico porque el espíritu de la ley que lo eleva a rango constitucional invoca como raíz de su iniciativa una inconformidad ciudadana, motivación inexistente en este caso. De cualquier manera, intrigan los resultados ¿cuántos votos se acumularán? ¿Alcanzará su número para convertirse en vinculante? Respecto de la primera interrogante es posible adelantar que habrá serias dificultades para que un buen número de ciudadanos participen, porque, aparte de quienes no tienen ningún interés en participar, el número de casillas que se instalarán no permitirá un gran acopio de votos. En la elección de junio pasado, para renovar la cámara de diputados federales, se instalaron 163 mil casillas que captaron 49 millones de sufragios y para el proceso en comento solo se instalarán 57 mil urnas. La diferencia es manifiesta. Respecto a la segunda pregunta, para la respuesta es conveniente remitirnos a la consulta sobre el juicio a expresidentes de la república: en esa también se instalaron 57 mil urnas, que captaron 6 millones, 663 mil 208 votos, apenas el 7.11% de los empadronados, muy distante de los poco más de 37 millones requeridos para adquirir la calidad de vinculante. ¿Superará esta consulta a la celebrada el 1 de agosto de 2021? Como no se trata de adivinar, y aunque es posible inferir la enorme dificultad para conseguir los casi 38 millones de votos requeridos para hacerlos vinculantes, lo conveniente es esperar al ya muy próximo 10 de abril.