lunes, noviembre 4, 2024

Mi maestro y las Grúas de Tránsito

Estamos convencidos de que tuvimos la suerte de tener al mejor maestro de la escuela primaria Enrique C. Rébsamen, en el último año de sexto grado, no tanto por la cantidad de conocimientos que nos pudo haber transmitido, sino porque además hace ya más de cincuenta años, en que nos inculcó muchos valores morales y de conducta cívica, de esos que ahora tanto se habla en la política de la Cuatro T.

Filiberto Medina Domínguez nos incentivó además a participar en todo tipo de actividades, deportivas, culturales, artísticas, científicas y de promoción de la salud.

Desde el Ballet Folclórico, con el que alcanzamos a ganar hasta el nivel de concurso estatal, el concurso de elaboración de globos con papel de china -que no ganamos porque los del grupo “A” los mandaron a hacer con un profesional y los nuestros se quemaron unos metros después de haberse elevado- o en las llamadas Brigadas Estudiantiles de la Salud para promover hábitos entre los niños.

Recordamos su voz firme y fuerte en el aula, cuando nos explicaba con claros ejemplos lo que era correcto y lo que estaba mal.

De todo eso que ahora hasta se publicó una “Cartilla Moral” en la que se pretende inculcar entre la población lo que es correcto.

A nosotros nos tocó la inauguración de la remodelación del histórico edificio, cuando vino el mismísimo presidente de la República de ese entonces Gustavo Díaz Ordaz a quien nos tocó saludar de mano en la valla formada a la entrada, en donde le entregamos una carta que alguna madre nos pasó de la fila trasera para ser transmitida al mandatario.

De todo eso hace ya más de cincuenta años, sin embargo, seguimos teniendo la admiración y respeto invariables por nuestro querido maestro del sexto año de la primara Enrique C. Rébsamen.

Tal vez por todo eso es que no nos causó asombro, el ver la fotografía que nos hizo llegar nuestro reportero en el centro de Xalapa, donde aparece nuestro querido maestro, tirado en el suelo ocupando uno de los carriles de vehículos en la calle de Enríquez frente a palacio de Gobierno, para protestar por las elevadas cuotas y multas que le cobran por el servicio de grúas, que se llevó su carro que se descompuso y lo tuvo que dejar en la calle mientras buscaba un mecánico.

«Quiero que a los ciudadanos se les haga justicia que no se les siga extorsionando por algunos agentes corruptos de tránsito del estado y con los de las grúas Garrido y otras grúas».

Se trata de una forma de protesta-manifestación, que nos recordó al líder del movimiento de independencia de la India Majadma Ghandi que logró la liberación de su país, con movimientos y marchas no violentas.

No sabemos cual fue el resultado de esa singular protesta del maestro xalapeño.

Pero si consideramos que si hubiera convocado a una marcha masiva -cual Ghandi xalapeño- estamos seguros que tendría una buena respuesta de la ciudadanía.

Porque prácticamente no hay algún conductor de vehículo, que no haya sido levantado por las arbitrarias grúas que recorren todos los puntos de la ciudad, para llevarse al corralón los vehículos, estén bien o mal estacionados, en lo que constituye un gran negocio de particulares con las autoridades de Tránsito y Seguridad Pública.

Esa protesta del maestro xalapeño, podría ser el ejemplo para un movimiento ciudadano, que por el número de afectados que estarían dispuestos a apoyarlo, bien podría permitir que los 365 días del año, algún xalapeño, se tendiera en un carril de la calle Enríquez para protestar por los altos y jugosos costos de los “servicios” de arrastre y corralón de las grúas particulares, que no hay autoridad alguna que las pueda poner en orden.

A lo mejor algún partido político o diputados en el Congreso del Estado puede presentar una iniciativa de reforma a la ley para evitar que se siga dañando el patrimonio de los ciudadanos y se ponga en orden un negocio muy pero muy lucrativo.

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