Sobre la masacre ocurrida el domingo por la tarde en un poblado de Michoacán llamado San José de Gracia, donde presuntos sicarios habrían “fusilado” a 17 personas a las que sacaron de un velorio, colocaron contra una pared y les dispararon, el presidente López Obrador, el hombre más informado del país, dijo este lunes que habría que esperar.
Agregó que aun cuando él no tenía la información completa, diarios como El País y Reforma “ya lo dan por hecho. Pero deseo con toda el alma que no sea como ellos lo están dando a conocer”. Y también lo deseamos todos los mexicanos pero por desgracia no es así y él lo sabe.
Indicó que se estaba investigando, “pero hoy en la mañana en el informe que nos dieron no han encontrado cuerpos. Encontraron dos vehículos, casquillos, partes de seres humanos en unas bolsas, pero no tenemos más”.
¿Andrés Manuel mostró dolor, pesar o preocupación por la desaparición y probable muerte de 17 personas? Nada de eso lector, haz de cuenta que estaba informando sobre el estado del tiempo.
Cuando le preguntaron sobre las próximas elecciones en seis estados, la masacre de San José de Gracia fue echada de la mañanera. Incluso se permitió descalificar una encuesta de El Universal que le da el 65 por ciento de aceptación, al manifestar que en realidad está arriba del 70 por ciento.
¿Duelo por los asesinados? No hombre, cuál duelo si con su actitud puso en duda la matazón, cuando es hasta ahora la mayor masacre en lo que va del año. Quienes la perpetraron tuvieron más de cuatro horas para ejecutar a las víctimas, ocultar los cuerpos y limpiar la escena del crimen antes de que la policía asomara las narices. La impunidad en su máximo grado de crudeza.
La mañanera del martes fue más o menos en el mismo tenor. El subsecretario de Seguridad Pública, Alejando Mejía, dijo que la matanza ocurrió por viejas rencillas entre dos criminales del pueblo: Alejandro “El Pelón” y Abel “El Viejón” que traen el odio a flor de piel y mientras el uno ha matado a familiares de su odiado enemigo, éste se ha desquitado de la misma manera. Y ya.
López Obrador se dedicó a presumir su aún envidiable popularidad, a pegarle a los medios y periodistas, se burló del Jefe Diego Fernández de Cevallos y tupió a Felipe Calderón. Pero nada de la masacre y menos de los 12 asesinatos que se cometieron en Michoacán entre lunes y martes, nuevo récord nacional.
A pesar del tableteo de las balas, la sangre derramada, los restos encontrados y los videos que circulan en las redes, oficialmente no se puede hablar de cadáveres porque están desaparecidos. Y como que eso le da tranquilidad al presidente que no alcanza a dimensionar (o no quiere hacerlo), que la violencia lo rebasó y el responsable es él por su política de abrazos no balazos.
¿Qué habría pasado si Peña Nieto hubiera dicho sobre los 43 de Ayotzinapa, no hay cadáveres, no hay crímenes?
México ya casi es un Estado fallido, pero eso no interesa al presidente cuya preocupación sustantiva es ganar las elecciones de este año, las del 2024 y que Loret diga cuánto dinero percibe, mientras la carnicería sigue… y lo que falta.
El país es un desastre casi en todo pero por increíble que parezca, la popularidad del tabasqueño no ha sufrido de gran merma. ¿A qué se deberá?
Apúntalo lector; a que pactó con el diablo o a que muy milagroso ha de ser el santo al que le reza.