Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Comparada con la podredumbre que hay en las aduanas, la corrupción existente en la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Xalapa debería ser un juego de niños para el alcalde Ricardo Ahued, que a dos meses de asumir el cargo, tuvo que sortear la primera protesta realizada por habitantes de varias colonias que le exigieron poner fin a la corrupción en esa dependencia y a los altos cobros por el servicio del agua.
Mientras un grupo de manifestantes cerró la vialidad de la calle Enríquez, exactamente frente al Palacio Municipal, otro grupo entró al patio central y al grito de “queremos ver a Ahued” lograron su objetivo ya que el alcalde dejó su oficina para dialogar con ellos.
De entrada, Ricardo Ahued les dijo: “Yo no critico hacia atrás, lo que sí voy a dejar hoy y que se escuche muy claro, es que por mi cuerpo no pasa la corrupción, voy a poner orden en la CMAS cuésteme lo que me cueste, se acabaron las transas en la CMAS”.
Agregó que su administración tiene el reto de garantizar el suministro de agua para 28 mil xalapeños que no tienen acceso al vital líquido. Sobre los cobros excesivos dijo que el 65 por ciento del agua que se consume en Xalapa procede del estado de Puebla y hay que pagar por ella, pero eso no quiere decir que existan tarifas indebidas.
Indicó que el agua más cara es la que no hay y como alcalde tiene la obligación de proporcionarla a toda la población, porque de lo contrario la estaría administrando mal y se dejaría sin agua a las futuras generaciones.
Pero de inmediato recalcó: “Voy a hacer todo lo que esté de mi parte pero a la CMAS la vamos a enderezar, tenemos la obligación de cobrar lo justo. Y que lo oiga al que le quede el saco, no voy a permitir transas de ningún nivel. Señalen (a los malos funcionarios) y acúsenlos. El organismo operador del agua es un patrimonio importante del pueblo de Xalapa y para Xalapa”.
Y una vez más subrayó que no se busca cobrar más por el servicio sino lo justo, a fin de que haya recursos para seguir haciendo obras de drenaje y ampliar la red de agua potable.
Hasta ahí todo va bien. Ahora viene la segunda parte; enfrentar a la mafia de la CMAS que si no es del calibre de las que hay en las aduanas, sí tiene su grado de dificultad y bastante complejo.
Ojo lector, no todos los trabajadores son corruptos, pero existe un grupúsculo de sujetos que es el que maneja el tinglado, viven de la transa y se han hecho millonarios y también poderosos.
Alcaldes van, alcaldes vienen y no han podido con ellos.
Ricardo Ahued deberá tejer muy fino si no desea que este añejo problema se le salga de control. Las auditorías que ordene, las investigaciones que se realicen y los resultados que se obtengan, lastimarán susceptibilidades (por decirlo de manera educada) de sujetos muy rudos acostumbrados a hacer su santa voluntad.
La corrupción está tan enquistada en la CMAS que no será tarea fácil limpiar el cochinero.
Pero si el munícipe resuelve este grave problema se habrá anotado su triunfo más sonado. No sólo porque redundará en un mejor servicio para los xalapeños, sino porque sobre él, sobre Ricardo Ahued, alumbrarán todos los reflectores del estado.
Suerte, alcalde.