Aunque científicamente no está comprobado el posible correlato entre degustar una cena “copiosa” y abundante con la ocurrencia de una pesadilla, la coincidencia entre ambos eventos es recurrente. Para no errar nos apegamos a la tesis freudiana que parte del impacto de acontecimientos reales guardadas en el subconsciente que en ocasiones son liberadas a través de los sueños.
El escenario de la pesadilla es México, en cuyo territorio las células del crimen compiten de tú a tú con el Estado haciéndose de importantes porciones del territorio. Día a día se cometen actos violentos, y las masacres son eventos casi cotidianos; en enero pasado Veracruz fue testigo del hallazgo de 9 cadáveres con signos de violencia, en el municipio de Isla, tal como los ha habido en Zacatecas, en Guanajuato, en Michoacán, etc. Ese caudal de dramáticas vivencias impactan mentalmente a la sociedad mexicana produciendo una gran percepción de inseguridad. Paralelamente, durante el proceso electoral de 2021 menudearon las quejas de presuntas intervenciones de grupos delincuenciales participando a favor o en contra de candidatos y candidatas, como se constata en las investigaciones sobre Sergio Carmona, el empresario, ya finado, supuestamente ligado con el crimen organizado, a quien se atribuyó haber financiado suculentamente al partido oficial para obtener triunfos electorales en Tamaulipas y otras entidades en donde se celebraron elecciones en 2021. Con ese material a cuestas, es posible explicar el motivo de la pesadilla. El cerebro proceso esa información de la siguiente manera:
Contrario a cuanto se dice en el argot político de nuestra realidad, cuando nos referimos al político fulano de tal como militante priista, panista, perredista, morenista, de movimiento ciudadano, verde o petista, la identificación en el sueño varía a ¿y tú en cuál cártel militas? Algunos contestan “en el del Golfo”, otros “en el de Jalisco”, algunos más dicen “en el de Sinaloa” y así por el estilo, pero todos buscando ganar la elección “popular y democrática” del momento. El motivo para contarlo se fundamenta en la creencia popular de que sueño contado no se hace realidad. No vaya a ser el chamuco y se aparezca.