Prosa aprisa
Arturo Reyes Isidoro
Qué duda cabe, el tema dominante en la semana va a ser la consulta de revocación de mandato que se celebrará el próximo domingo, con la pregunta: ¿Estás de acuerdo en que a Andrés Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?
El ejercicio, que se celebrará por primera vez en México, se realizará en un país polarizado por el comportamiento personal del presidente y por la forma en que conduce los destinos del país, que da lugar a un enfrentamiento entre quienes lo apoyan muchos al grado del fanatismo y quienes se oponen y se le oponen al grado del encono.
Debe prevalecer la sensatez. Entre el fanatismo de unos y la pasión opositora de los otros, como bien dijo la Arquidiócesis de Xalapa, la Iglesia católica, en su comunicado semanal del domingio, hay que discernir, y discernir muy bien, con todo cuidado, si se participa o no.
Se debe de partir de la base, como bien apuntó la diócesis mayor de Veracruz, de que, de acuerdo a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los periodos presidenciales son de seis años. Por lo tanto, conforme a ese principio constitucional el gobierno actual deberá culminar su gestión en 2024.
Pero, como bien apunta la Arquidiócesis, no se trata de una elección de autoridades, de algún representante popular, donde votar es un derecho y una obligación ciudadana, sino de un ejercicio ciertamente democrático pero donde votar o no votar tiene prácticamente un mismo valor, además, apunto, porque el solicitante de la consulta no es la oposición, sino el mismo presidente, quien, obviamente, está utilizando el recurso para su beneficio personal y político.
En el caso de la Iglesia, si bien no se pronuncia abiertamente por no participar, trasluce ya su postura en contra, cuando dice que “entonces nadie debe sentirse obligado a asistir y mucho menos si está siendo presionado, chantajeado, engañado o manipulado”.
Con esto último se refiere, deduzco sin duda, seguramente por los testimonios de sus feligreses empleados del Gobierno del Estado, de que a muchos los obligaron, bajo la advertencia de represalias, a firmar y a llevar por lo menos diez credenciales de elector de familiares o de quienes fueran, para rellenar las solicitudes para la consulta porque no podían reunir la cifra que le correspondía a Veracruz, y a que a muchos los obligan a ir a sus marchas y concentraciones como la del sábado en Xalapa para simular que son miles los convencidos y que están a favor.
El país ya está muy dividido, polarizado, y lo que menos debemos hacer es agrietarlo más. Debemos discernir, es cierto (muchos ya lo hicimos, como en mi caso, que no voy a participar) y aplicar la décima del “Tío Costilla” (Constantino Blanco Ruiz, del mero Lerdo de Tejada): “A una dama pretendí/ Quise respuesta enseguida/ La mujer y la comida/ Deben manejarse así;/ Pero nada conseguí/ Y en vano fue mi porfía,/ Al ver que tanto insistía/ Me respondió la muchacha:/ No te calientes garnacha/ Que la manteca esta fría”. Como ciudadanos, debemos actuar sin calentarnos y procurar que la manteca se conserve fría.
El sábado, cuando mucho, participó solo el .5% de electores
En mi caso, con todo y los presionados u obligados a hacerlo, no le resto ningún mérito a la capacidad de movilización que mostró el gobierno cuitlahuista el sábado, concentrando, acarreando, o con los verbos que se quiera, a varios miles de todo el estado en la Plaza Lerdo de Xalapa. Fue una concentración, vistosa, llamativa, ¿de cuántos?, ¿de 10, de 15, de 20 mil personas como pregonaron los jilgueros al servicio del grupo en el poder? Fueron muchos, pero son muy pocos.
Son muy pocos para la cuota de un millón 400 mil votantes que le fijó el presidente al gobernador; poquísimos si se considera que la lista nominal de electores ronda los 6 millones de ciudadanos con derecho al voto, y súper poquísimos si se toma en cuenta que el número de veracruzanos pasa los 8 millones de habitantes.
Concediéndoles que incluso fueron 30 mil los del sábado, si así están contentos y eufóricos echando las campanas al vuelo, esa cifra queda bien pero solo para el municipio de Xalapa, porque ¿20 mil, 30 mil de todo el estado? ¿Eso es lo más que pueden reunir, convocar, movilizar, acarrear teniendo todos los recursos económicos, materiales y humanos del gobierno del estado? ¿Sólo el .5% de la lista nominal de electores?
Si acuden a votar los 20 mil calculados por los voceros del cuitlahuismo, que se concentraron el sábado en Xalapa (manejan las cifras que les dictan desde el palacio de gobierno), entonces cabe prever que como en la consulta popular para decidir si se llevaba o no a juicio a cinco expresidentes, cuando solo participó el 8% del padrón electoral en todo el país, esto es, solo siete millones mientras que 85 millones se abstuvieron, entonces cabe esperar un fracaso.
Es cierto que hay inconformidad en gran parte de los mexicanos por la forma en que gobierna AMLO, pero nadie pidió su dimisión. Yo también soy de los que piensa que el dinero que se está gastando, más de 2 mil millones de pesos, se debió utilizar para necesidades urgentes de los mexicanos. El próximo domingo sabremos si la mayoría ciudadana le responde al presidente.
Debieron haber sido los millones beneficiados por Bienestar
Pero la marcha, concentración, mitin del sábado me dejó algunas reflexiones más. Un eslogan de la propaganda de Morena para tratar de motivar a que la gente acuda a votar es el que dice “Amor con amor se paga”. Es obvio que están reclamando subliminalmente a que los mexicanos, los veracruzanos, paguen con su voto los beneficios que reciben a través de los programas sociales de Bienestar.
Pero desde ahí ya los rechazó la población. En Veracruz son más de dos millones los beneficiarios, y concediendo que muchos no tienen todavía la mayoría de edad, dejemos la cifra en un millón de los que tienen derecho a votar. Mínimo, pues, un millón de personas agradecidas tendría que haber pagado con su asistencia, con amor, lo que AMLO les devuelve de sus impuestos en beneficios sociales. Pero solo acudieron 20 mil. ¿Y los demás?
Hay rechazo, ni duda cabe. Un ejemplo muy claro es el resultado de la reciente elección extraordinaria en los municipios de Chiconamel, Tlacotepec de Mejía y Jesús Carranza. La gente, no obstante que recibe recursos y beneficios de Bienestar, votó mayoritariamente en contra de los candidatos de Morena.
Los militantes del partido en el gobierno tienen todo el derecho de apoyar al presidente, a su presidente formal y líder partidista. A lo que no tienen derecho, quienes son autoridad, es a violar las disposiciones legales ni a utilizar los recursos públicos para actos proselitistas de beneficio partidista, como se hizo en Xalapa el sábado.
La contralora, en el mal uso de los recursos públicos
El caso más emblemático de la falta de responsabilidad fue el de la contralora general del Estado, Mercedes Santoyo Domínguez, quien abanderó uno de los contingentes de “Unidos Todos”, la agrupación política del subsecretario de Finanzas Eleazar Guerrero Pérez. Se supone que ella es quien debería investigar y fiscalizar que no haya desvío de recursos, como los que se dieron el sábado, pero en un acto de abierto cinismo se olvidó de su función y participó en el entuerto del cuitlahuismo. ¿Alguien que realmente sepa de control y evaluación, con experiencia en la materia y con verdadera capacidad, sabrá cuántas faltas administrativas y delitos se observan en las fotos en las que aparece la contralora?
Pero dejemos que llegue el domingo 10 de abril. Se esperaría que todo el derroche de recursos que se está haciendo (lo del sábado fue parte de un todo) tendrá una generosa recompensa: el voto de millones de veracruzanos a favor de López Obrador, mínimo de un millón 399 mil porque hay que descontar el mío.
Pero, ¿por qué se montó todo ese circo del sábado? Sin duda, porque están desesperados, deben tener sondeos, encuestas muy desfavorables, que les deben estar diciendo que la mayoría de los veracruzanos no va a ir a votar y entonces tratan de convencerlos, de motivarlos con actos masivos como el del sábado, porque si estuvieran seguros o tan seguros que la gente se va a volcar en sus urnas, ¿para qué tantos brincos estando el suelo tan parejo?