domingo, noviembre 17, 2024

Ignacio González Rebolledo y su inexorable tránsito hacia lo desconocido

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Ser perecedera es una de las características esenciales de la condición del hombre, ese hecho se registra y expresa culturalmente con una extraordinaria diversidad; civilizaciones hubo en las cuales el finiquito de lo físico, o de la materia (o sea, lo que llamamos muerte), era considerado como un alivio y constituía motivo de festejo y regocijo, en otras, el momento del nacimiento se celebraba con pesares y tristeza porque el recién llegado iba a enfrentar los sinsabores de este “valle de lágrimas”. Como esta, hay muchas reflexiones más en ocasión del fallecimiento de alguien conocido y bienquerido, ése que es un evento de esencia democrática porque es el inevitable destino de todo ser viviente y a todos aplica, al margen de su condición social, política, cultural o económica. Ayer, supimos del inicio de su viaje hacia “el más allá” del distinguido ciudadano Ignacio González Rebolledo, quien sin duda deja indiscutible huella de su subrayable paso por esta dimensión. Fue un político respetable, cuya extracción académica le facilitó no pocas de sus acciones en la función pública; su desempeño como alcalde de esta ciudad capital estuvo libre de señalamientos impropios, como respetuoso fue siempre su trato hacia los demás. “Nacho”, le decían sus amigos, porque su afable conducta inspiraba esa afectuosa familiaridad. No es poco el caudal de información acerca de Ignacio González Rebolledo, ese registro, podemos asegurarlo, es pleno y rico de un balance donde lo positivo abate lo negativo; baste decir que después de su desempeño como hombre público pudo seguir viendo de frente a la ciudadanía a la cual tuvo oportunidad de servir. Ahora, por su misión cumplida, ya descansa en paz.

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