Jaime Ríos Otero
Sin pudor, desde su primera declaración, el procurador estatal del Medio Ambiente, Sergio Rodríguez Cortés, aludió a lo que realmente era el objetivo primordial de la clausura al Acuario de Veracruz: el fideicomiso.
Ya quedó claro que la fiesta, pretexto del cierre, no fue tal, sino una convivencia de los propios empleados, que saben cómo tratar a los animales; y que el manatí muerto no fue responsabilidad del Acuario, sino, paradójicamente de la Procuraduría del Medio Ambiente, en un dragado fluvial que realizó.
El gobierno ya no paró en mientes. El Ejecutivo simplemente emitió un decretazo para extinguir el ente jurídico llamado Fideicomiso y apoderarse de la institución.
Ahora, el Acuario queda en manos de Sergio Rodríguez, célebre por sus fotos bañándose en billetes. Claro, no es sólo Sergio, es toda la 4T que ninguna garantía es de honestidad, transparencia ni profesional manejo de esa institución emblemática de Veracruz.