Aun con el sopor provocado por el ambiente caluroso de nuestros días nos aventuramos a buscar refugio en la lectura de recreación y este fin de semana hojeamos “Las desventuras del joven Werther”, una obra autobiográfica del gran Goethe cuya influencia entre los jóvenes de su tiempo, combinado con el romanticismo de la época se tornó nociva obligando a las autoridades a prohibir su lectura. Fue un caso de genuina “locura” colectiva entre los jóvenes que leían el Werther. De esa luminosa obra literaria rescatamos el siguiente pensamiento del gran autor alemán Johann Wolfgang von Goethe: “¡Qué pobres hombres son los que dedican toda su alma a los cumplimientos, y cuya única ambición es ocupar la silla más visible de la mesa! Se entregan con tanto ahínco a estas tonterías, que no tienen tiempo para pensar en los negocios verdaderamente importantes… ¡Necios! No ven que el lugar no significa nada, y que el que ocupa el primer puesto hace muy pocas veces el primer papel. ¡Cuántos reyes están gobernados por sus ministros! ¡Cuántos ministros por sus secretarios! ¿Y quién es el primero? Yo creo que aquel cuyo ingenio domina al de los demás, y por su carácter y por su destreza convierte las fuerzas y las pasiones ajenas en instrumentos de sus deseos”. Ni más ni menos