Los primeros sorprendidos con el desplante del presidente, cuando decidió amenazar al gobierno de Estados Unidos de “no asistir personalmente” a la Cumbre de las Américas y de mandar a un representante como Marcelo Ebrard si no invitaban a todos los países del continente, fueron precisamente los que trabajan en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Lo inesperado del arranque presidencial, con el que López Obrador pasó de mandar a Ebrard a la Casa Blanca a preparar los temas de la Cumbre, a encabezar una suerte de boicot concertado de países izquierdistas de América Latina, hizo que, dentro del mismo gobierno, hubiera quienes cuestionaran esa postura tan inoportuna y dudosa.
Se especula, dentro del mismo gabinete presidencial, que AMLO lanzó la bomba mediática del condicionamiento de su participación en la Cumbre de las Américas, para tratar de quitarle los reflectores a Claudia Sheinbaum, que en ese momento traía encima todas las miradas y las críticas por la crisis del Tercer Informe de la Línea 12 en el que ella misma se metió la semana pasada, luego de esconder primero el tercer reporte que le entregó la empresa DNV en octubre pasado y luego, cuando supo que se filtró a los medios de comunicación, apresurarse a descalificarlo y a amenazar incluso con demandas a la empresa noruego-alemana que ella misma contrató, y todo porque, ahora se sabe, se atrevió a mencionar como una “causa-raíz” de la tragedia, la falta de mantenimiento y supervisión de daños en el tramo colapsado.
Era evidente el interés que había en Palacio Nacional por frenar la caída y los cuestionamientos que estaba enfrentando la jefa de Gobierno en ese momento.
Fue como si se repitiera lo mismo que hizo López Obrador después de las elecciones del 6 de junio de 2021, cuando tras la debacle electoral y la desastrosa jornada donde se perdió más de la mitad de la Ciudad de México, bastión histórico de Morena, el presidente salió de inmediato a defender a Claudia Sheinbaum y a intentar salvarla del desgaste y la etiqueta de “perdedora” en la misma ciudad que gobierna.
Este segundo “salvamento” llegaba en momentos en que las encuestas de calificación de los gobernadores y gobernadoras del país, colocaban a la jefa de Gobierno capitalina a media tabla, con un 50% de calificación.
Y por si hubiera dudas de que el presidente intenta rescatar a Sheinbaum, a la jefa de Gobierno la recibieron ayer en la Refinería de Dos Bocas, Rocío Nahle y Adán Augusto López, mientras que el presidente le encargó “supervisar” la terminación del proyecto del Tren de Toluca, obra de Peña Nieto que sigue inconclusa, y también ayer se le vio como “invitada de honor” del presidente a los festejos del Día del Maestro.
Es decir, no hay duda de que López Obrador está dispuesto a sacrificarse una y otra vez por salvar a la que fue su primera corcholata, antes de que decidiera incluir en la lista a Ebrard y a Adán Augusto. La pregunta es qué tantos costos más está dispuesto a pagar el presidente para evitar que le raspen o aplasten a una de sus corcholatas. Por ejemplo, ¿se va a proceder contra DNV una empresa contratista actual de Pemex y de otras instancias del gobierno federal, sólo porque las descalificaron y amenazaron desde el Palacio del Ayuntamiento?
Veremos cuánto más aguanta el presidente teniendo que estar poniendo la cara para proteger y mantener a una candidata que, lejos de crecerle se le está volviendo cada vez una carga más pesada y que no logra construir otro discurso o propuesta propia, más allá de su cercanía con el presidente.