Podrían ser ilegales, pero políticamente los tiempos del Señor son perfectos. El lanzamiento de tres precandidatos presidenciales por parte de Morena este domingo, a 24 meses de la elección, anticipa en más de un año el calendario político tradicional. Adán Augusto López, uno de los tres destapados, aseguró que los tiempos del Señor eran perfectos, en lo que parecía una referencia religiosa que, en realidad, era política. Y, en efecto, son perfectos para el obradorismo. ¿Por qué? Al menos por tres razones principales y dos secundarias.
1.- Testear “el producto” ante el mercado. Una de las peores tragedias que puede tener un presidente es optar por un personaje que luego se desplome frente al electorado. Una vez elegido el candidato oficial, la decisión es prácticamente irreversible (a menos que aparezca un “Aburto”, cosa que nadie desea). Recordemos que, desde Miguel de la Madrid, hace cinco sexenios, ningún presidente ha podido colocar en el trono a su sucesor. Ciertamente se debe a muchos factores, pero entre otros, al hecho de que en ocasiones el elegido resulta invendible para el electorado. Permitir que Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López se placeen por todo el territorio a lo largo de 12 o 16 meses, permitirá que sean conocidos por la mayoría de los mexicanos. Pero más importante aún, a López Obrador le permitirá conocer la reacción, la empatía y también los rechazos que generan las tres opciones en cada región y en cada sector social.
De lo contrario, a finales del próximo año AMLO tendría que tomar una decisión a ojo de buen cubero. Tradicionalmente, el principal elemento de juicio que tiene a su alcance el mandatario deriva de encuestas de intención de voto de una población que aún no conoce cabalmente a los candidatos, porque no han empezado las campañas. La estrategia del presidente es astuta porque al “destaparlos” ahora, los pone a hacer campaña abiertamente sin necesidad de tomar una decisión. Cuando lo haga, dentro de casi año y medio, sabrá con mayor precisión cómo responderá el electorado del norte a una candidata mujer asociada a la izquierda, si Marcelo es capaz de generar interés en el sureste o si Adán logra salir del anonimato de cara a mar abierto.
2.- Valorar las habilidades de los precandidatos. López Obrador no solo tiene que asegurarse de que el candidato elegido garantice un triunfo en las urnas, tanto o más importante es que luego se convierta en un presidente apto para continuar el proyecto. El mejor candidato no siempre es el mejor mandatario. Mientras cada uno de los tres siga operando en el confort de sus oficinas, AMLO no necesariamente tiene todos los elementos para valorar sus límites y capacidades en otras áreas. Más aún, evaluar la eficiencia real cuando operan en tareas tan distintas (Ciudad de México, Cancillería, Gobernación) no es tarea sencilla porque equivale a comparar peras y manzanas. Pero al ponerlos a viajar cada fin de semana les obliga a hacer planteamientos ante agroexportadores de Sinaloa, hoteleros de Quintana Roo, agrupaciones indigenistas en Chiapas, padres de familia en El Bajío, etc., etc. Una base de comparación mucho más explícita para evaluarlos.
3.- La lista de dos se convierte en tres. Salvo para los tabasqueños, hasta hace nueve meses Adán Augusto López era una figura desconocida en el resto del país. En buena medida lo sigue siendo. Sheinbaum y Ebrard no solo son funcionarios con los que la población está más familiarizada, también sus responsabilidades (Alcaldía de la capital y Cancillería), son puestos con más visibilidad que el de Gobernación. Las tareas que se realizan en Bucareli son importantes para la clase política y la comentocracia, pero tienen que ver más con negociaciones a puerta cerrada con actores de poder, que con el ciudadano de a pie. La larga precampaña resuelve lo anterior. Para lo que sirva, dentro de un año, AMLO tendrá tres opciones reales sin verse obligado a prescindir de una de ellas simplemente porque es desconocida.
4.- Toma ventaja sobre la oposición. Si Claudia y Marcelo ya aventajan considerablemente a cualquier precandidato de la oposición en términos de reconocimiento y aprobación popular, la “oficialización” de estas campañas potenciará esa diferencia. Mientras el PRI y el PAN buscan debajo de las piedras posibles figuras y se embarcan en interminables conjeturas sobre los criterios para elegir un candidato unitario, los de Morena, para efectos prácticos, habrán tenido un año más de trabajo de campaña.
5.- Reforzamiento de campañas en el Estado de México y Coahuila. Si bien no sería esta la razón principal, ni mucho menos, es cierto que constituye un beneficio colateral. Los cuarteles de guerra de los tres precandidatos convertirán al Edomex y a Coahuila en territorios incesantes de giras, tratando de hacerse útiles en la última competencia electoral antes de la batalla final. Esto, a su vez, tendrá efectos reforzantes sobre las campañas locales de Morena.
En suma, me parece que con el acto del domingo López Obrador incurre en una hábil estrategia política. Al poner a los tres punteros precandidatos a competir en una campaña abierta, obtiene todos los beneficios sin ninguno de los perjuicios. Valora su capacidad para generar votos y alianzas entre los actores políticos y sociales del país, y calibra mejor sus límites y posibilidades frente a una posible responsabilidad presidencial, antes de tener que tomar la decisión final.
Desde luego, él ha dicho que la definición saldrá de una encuesta entre la militancia de Morena y que él no se involucrará en la elección del candidato. Pero tendríamos que ser realistas. La decisión va a depender de él. ¿Por qué? Porque los lopezobradoristas votarán mayoritariamente por aquél que crean que el presidente prefiere. Basta ver lo que ha sucedido con Ricardo Monreal; AMLO dejó de recibirlo y ya ni siquiera es precandidato. Incluso asumiendo que el presidente no exprese una preferencia explícita, podemos dar por descontado que los gestos y señales que haga o deje de hacer serán decisivos. Por no hablar de que las encuestas de Morena y su metodología no siempre han sido de absoluta transparencia e invariablemente ha triunfado aquél que se consideraba favorito del líder. Los tres aspirantes para sucederlo tienen un año adicional de gracia. Tendrán que hacer acrobacias para evitar penalizaciones de la estricta ley electoral en materia de campañas, pero eso es tema para otra ocasión.
Jorge Zepeda Patterson
@jorgezepedap https://www.milenio.com/opinion/jorge-zepeda-patterson/pensandolo-bien/los-perfectos-tiempos-del-senor