La muerte es un refugio delicioso para los hombres cansados”. Heródoto (484 – 425)
Todos viven, pero pocos saben por qué están vivos; o más claro ¡para qué están vivos! Y menos, de qué se trata el juego de la vida; por lo que lógicamente, no saben jugar. Juegan torpemente…
Si no se sabe si la pelota hay que agarrarla, patearla, batearla, encestarla, o escupirla, como en el base bol; lo que es seguro, es que no se va a ganar, haga lo que se haga…
Pero todos, incluyendo a todos, estamos aquí por alguna razón, y es encontrar el camino para ser felices. Pero el camino solo se puede encontrar, si se sabe a dónde se quiere ir. Lo que implica el más grande problema del ser humano. “conocerse a sí mismo”. Quién soy y para qué estoy aquí…
En el entendido que a esta vida se viene a ser feliz, no a sufrir; eso es de dementes. Lo que pasa es que cada cual es feliz a su manera. Pero ni los masoquistas que gozan con el sufrimiento, son finalmente felices -no puede ser cierto, pero sirve de ejemplo- el sufrimiento es contrario a la felicidad…
Lo mejor del caso, es que la única forma de ser feliz, es hacer lo que te hace feliz. Bien decía Siddharta Gautama, Buda (563 – 483) “Si no quieres trabajar nunca en tu vida, encuentra lo que te gusta hacer”…
Quien hace lo que le gusta, acaba haciéndolo cada vez mejor -a lo que se dedique, eso no importa- y entonces, de alguna manera va a triunfar. Solo que para triunfar en esta vida, donde todo lo que nace, muere; hay que trascender a la propia vida. Hay que vencer a la muerte…
El cuerpo regresa por donde vino. La Madre Tierra, de lo que estamos formados, nos recibirá nuevamente; y tal vez nos recicle -de ahí las creencias de la reencarnación-. Y el alma se fundirá nuevamente con Padre Eterno Dador de Vida…
Lo que quedará, será el espíritu -la unión del cuerpo y el alma forma un espíritu; todos somos espíritu- que seguirá viviendo mientras se le recuerde. Como seguramente lo recordarán, no sólo su amada esposa, sus hijos y agregados; sino toda la gente que a través de su larga vida tuvo el honor de conocerlo…
Desde aquí un fuerte abrazo, con mi respeto, cariño y reconocimiento. Aró Usted en buena tierra. Buen camino Don Hugo. Al rato nos encontramos.