jueves, noviembre 7, 2024

 In memoriam…

La muerte es un refugio delicioso para los hombres cansados”.  Heródoto (484 – 425)

Todos viven, pero pocos saben por qué están vivos; o más claro ¡para qué están vivos! Y menos, de qué se trata el juego de la vida; por lo que lógicamente, no saben jugar.  Juegan torpemente…

Si no se sabe si la pelota hay que agarrarla, patearla, batearla, encestarla, o escupirla, como en el base bol; lo que es seguro, es que no se va a ganar, haga lo que se haga…

Pero todos, incluyendo a todos, estamos aquí por alguna razón, y es encontrar el camino para ser felices.  Pero el camino solo se puede encontrar, si se sabe a dónde se quiere ir.  Lo que implica el más grande problema del ser humano.  “conocerse a sí mismo”.  Quién soy y para qué estoy aquí…

En el entendido que a esta vida se viene a ser feliz, no a sufrir; eso es de dementes.  Lo que pasa es que cada cual es feliz a su manera.  Pero ni los masoquistas que gozan con el sufrimiento, son finalmente felices -no puede ser cierto, pero sirve de ejemplo- el sufrimiento es contrario a la felicidad…

Lo mejor del caso, es que la única forma de ser feliz, es hacer lo que te hace feliz.  Bien decía Siddharta Gautama, Buda (563 – 483) “Si no quieres trabajar nunca en tu vida, encuentra lo que te gusta hacer”…

Quien hace lo que le gusta, acaba haciéndolo cada vez mejor -a lo que se dedique, eso no importa- y entonces, de alguna manera va a triunfar.  Solo que para triunfar en esta vida, donde todo lo que nace, muere; hay que trascender a la propia vida.  Hay que vencer a la muerte…

El cuerpo regresa por donde vino.  La Madre Tierra, de lo que estamos formados, nos recibirá nuevamente; y tal vez nos recicle -de ahí las creencias de la reencarnación-.  Y el alma se fundirá nuevamente con Padre Eterno Dador de Vida…

Lo que quedará, será el espíritu -la unión del cuerpo y el alma forma un espíritu; todos somos espíritu- que seguirá viviendo mientras se le recuerde.  Como seguramente lo recordarán, no sólo su amada esposa, sus hijos y agregados; sino toda la gente que a través de su larga vida tuvo el honor de conocerlo…

Desde aquí un fuerte abrazo, con mi respeto, cariño y reconocimiento.  Aró Usted en buena tierra.  Buen camino Don Hugo.  Al rato nos encontramos.

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