Jairo Calixto Albarrán
No sé a ustedes pero a mí me gusta mucho el teatro fársico con paranoia incluida. Por eso me deleito con los programas y espectáculos del género Chico Che y la crisis, con su debida porción de reality show con más show que reality, como los que uno puede encontrar en Atypical TV (cualquier cosa que eso signifique) del Señor “Tú me enamoraste a base de mentiras” Alazraki con elenco multiestelar: la señora Beatriz Pagés (encargada de acabar con la mítica revista Siempre! De su padre, Pagés Llergo) y una persona no identificada que tiene la extraña y jocosa habilidad de echar espuma por la boca y humo por las orejas, no necesariamente en ese orden (creo que se llama Javier Lozano).
En el capítulo anterior, con una capacidad narrativa que no se veía desde los tiempos de Los chismosos implacables de Carmen Salinas, estos sacrosantos personajes anunciaron prácticamente con los ojos en blanco, que en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles —donde se han cansado de decir que no aterriza nadie— desembarcan hordas de venezolanos de muy mala pinta que, aparentemente, tienen como misión acabar de imponer el comunismo primitivo en México y de paso desbancar el molito de olla y sustituirlo autoritariamente por la arepa.
No lo dudo. Es tal la imposición cultural venezolanizante, que he visto a los mejores derechairos de mi generación hablar como si fueran personajes de Betty la fea y Pedro el escamoso. No se vale. Al rato todes nos vamos a dejar los bigotes de Nicolás Maduro.
Estoy seguro que estos agentes joropos del chavismo internacional que se internan subrepticiamente en nuestra patria al ritmo del caballo le dan sabana porque está viejo y cansado, fueron entrenados también por los médicos cubanos que van a hacer al cerro y las Cañadas lo que ni los médicos mexicanos quieren hacer. Su misión: arrebatarle sus zonas de confort a hípsteres de la Condesa; llevarse el agua de la alberca de Marianita y Samuel García para que los fosfoleoneses no mueran de sed habiendo tanta agua; enseñarle ortografía a Fox y obligar al expresichente Jelipillo a acabar la refinería que él se refinó. En su infinita maldad, estos chamos que se sienten José Luis Rodríguez El Puma pero en versión bolchevique, tratan de que el PRIcámbrico deje de ser el partido tricolor para que se vistan con la vino tinto o que lleven en su pecho los colores del América para que los odien más.
Antes lo chévere era realmente chévere.