Frente a cuanto está ocurriendo en México. si reímos será por risa nerviosa, si lloramos será por impotencia, si nos mostramos indiferentes y acudimos al tradicionalismo mexicano del “ahí se va”, entonces merecemos el dramático acontecer en este país víctima de sus políticos, que son un lamentable reflejo de nuestro ser nacional. Pero, ¿en verdad eso es así? ¿Acaso efectivamente somos rehenes de quienes acceden a puestos de poder gracias a nuestra ignara voluntad electiva? Porque es innegable que en 2004 la mayoría de los votantes decidió por el autor de la primera frase, Fidel Herrera Beltrán, para gobernador, y es inobjetable el sunami electoral que en 2018 llevó a la presidencia de México a Andrés Manuel López Obrador, quien el jueves pasado expresó la segunda frase del encabezado de este artículo. El tiempo y la espesura de los acontecimientos ha disuelto y remitida al olvido aquella sugestiva expresión de Herrera Beltrán, porque, además el aforismo fue un perverso sofisma para engarzar el continuismo a favor de Duarte de Ochoa; sin embargo, en todo México, la frase de la autoría presidencial nos avisa que aún no tocamos el piso del profundo abismo sociopolítico de nuestro entorno nacional. Pero, si Fidel Herrera diseñó su frase para formular la ilusión de un aparente progreso, el resultado de la desastrosa gestión pública protagonizada por una banda de malhechores de cuello blanco y que, salvo el cabecilla que paga ya con cárcel, ocupan el dinero mal habido en pagar despachos de abogados para su defensa y seguir en libertad. En el caso de la segunda frase: “lo mejor es lo peor que se va a poner” acompañada de tétrica carcajada del presidente de México, en realidad desconocemos su auténtico significado, porque, si bien nuestro contexto socioeconómico no está para el optimismo en vista de la inflación galopante que nos azota y la creciente inseguridad que amenaza con abatir las barreras del Estado Mexicano, este país aún mantiene una economía sólida heredada de gobiernos anteriores. Sin duda, entre la frase de aparente optimismo de Fidel Herrera y la de acendrado pesimismo expresada por AMLO, en realidad, la única diferencia radica en que se expresaron en tiempos y espacios diferentes, pero coinciden en que su autoría proviene de políticos, si bien de diferentes signos ideológicos, con idéntica concepción populista de la gestión pública. Aunque en última instancia, todo va en esa lógica, y para acompañar las frases del encabezado sin salirnos del tema, queda bien lo escrito por el ínclito Maquiavelo: “La naturaleza de los pueblos es inconstante y es fácil persuadirlos de algo, pero es difícil mantenerlos convencidos. El favor popular se gana y se pierde por cualquier minucia”. O bien la imperecedera frase de Abraham Lincoln: “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo…se puede engañar a algunos todo el tiempo…pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”.