Después de cinco días intensos de celebración, la versión veraniega del Carnaval de Veracruz cumplió su función y de esa manera regresó la alegría a muchos hogares jarochos.
Y regresó la alegría no sólo por la celebración en sí, sino porque el turismo y las actividades económicas se reactivaron para el Puerto, después de dos años de que el coronavirus había impedido que se realizara la fiesta de fiestas de Veracruz.
Las dos verbenas más importantes y tradicionales del país son la Feria Nacional de San Marcos y el Carnaval de la Alegría en Veracruz.
La primera se celebra en el pequeño Estado de Aguascalientes y representa un pilar para la economía de la tierra de la gente buena, que se complementa con las dos plantas de Nissan y las más de 3 mil macro-empresas, así como una buena cantidad de maquiladoras.
Tuvo su origen en 1824, y desde hace cien años, con excepción de 2020 y 2021, la Feria se celebra en las últimas semanas de abril y las primeras de mayo. Desde 1993, la festividad dura cuatro semanas; es casi un mes en el que visitan a la ciudad más de 6 millones de feriantes de toda la República y el extranjero, y dejan una derrama que levanta la economía estatal.
Hay casos de personas que solamente trabajan durante el periodo de la Feria y obtienen ganancias tales que les permiten vivir holgadamente durante los once meses restantes del año. Igualmente, en el perímetro ferial de 90 hectáreas hay negocios que abren nadamás durante la verbena.
¿A qué voy con tanta información respecto de la FNSM? A que la derrama económica de las festividades y la afluencia de turismo representa un tanque de oxígeno para esa entidad de suelo semidesértico y reducida extensión.
El Carnaval de julio significó también un beneficio extraordinario para la economía de la zona conurbada. Los cinco días que fueron del viernes 1º al martes 5 dieron un respiro a las desfallecidas finanzas regionales, sobre todo en el área de los prestadores de servicios turísticos.
No se equivocó el Comité de Carnaval que tan bien encabeza Antonio Pérez Fraga al convocar a influencers para que tuvieran una participación protagónica en esta edición. La modernidad y los beneficios promocionales de Internet se dejaron sentir esta vez para que la fiesta más alegre del mundo tuviera un inusitado éxito en cuanto a los ingresos locales que provocaron los visitantes.
Tal vez no sería mala idea que el Carnaval del próximo año durara dos semanas, porque ampliar los días de celebración no representa mayores inversiones. Piénsese por ejemplo en que los carros alegóricos cuestan lo mismo si desfilan cinco o diez veces, y en el último caso dejarían un mayor ingreso.
Ahí está la idea que tan bien le funcionó a los aguascalentenses…