Durante los últimos días hemos podido observar que la Jefa de Gobierno de la CDMX ha redoblado sus esfuerzos impulsando acciones para enrumbarse hacia la candidatura de MoReNa a la presidencia de México en 2024, la señal más reciente fue la recepción por la gobernadora de Campeche en un evento que fuera de toda duda tuvo la anuencia (y acaso hasta la sugerencia) de la cúpula elitista de ese partido. Tampoco pasa desapercibida la contratación de un calificado asesor catalogado como de lo mejor en labores de promoción de imagen y campañas políticas. Esto último no pasa desapercibido y llama poderosamente la atención por cuanto a que las formas ya no parecen ser obstáculo en esa trepidante y adelantada carrera por abanderar a MoReNa, en vista del supuesto de que alcanzarlo casi se garantiza la presidencia de la república. Aunque nada está escrito en piedra, son señales con mensajes tan evidentes que llevan a recordar que lo obvio es invisible. Porque si para el proceso de 2021, en el cual estuvieron en juego varias gubernaturas, MoReNa logró el triunfo para cuatro féminas en Baja California, Colima, Tlaxcala y Campeche ¿por qué no seguir aplicando esa dosis de encumbrar a mujeres en los mandos políticos que estarán en juego en 2023 y 2024? Al menos en el estado de México ya se escrituró la candidatura para Delfina Gómez, ya vemos cómo se perfila la de 2024 para la presidencia ¿será Roció Nahle para Veracruz? En este caso, no escapa al análisis el hecho de que sea el gobernador Cuitláhuac García quien encabeza la promoción de la candidatura de la actual secretaria de Energía y Minas, la cabeza de uno de los sectores más importantes en la estructura de gobierno y, por supuesto, de no menor impacto en la economía del país. Vale la pregunta ¿es motu proprio la preferencia electoral del gobernador veracruzano, o atiende instrucciones? Esto es porque a nadie escapa que el gobernador ha seguido al pie de la letra las orientaciones devenidas del Centro del poder, de quien sin duda depende su trayectoria y prospectiva política; esa lógica induce a concluir que la señora Nahle hasta ahora lleva la delantera, el pero lo pone el tiempo que falta para decidir la candidatura, por mucho que, como en el estado de México se adelantara el destape. Pero, aparte del tiempo también operan las circunstancias, pues entre estas está no solo lo que ocurra con Dos Bocas, sino con el cumplimiento de las metas del Plan Nacional de Refinación que consiste en rehabilitar las refinerías de Minatitlán, Salamanca, Tula, Cadereyta, Madero y Salina Cruz, para procesar 1 millón 863 mil barriles de crudo por día (originalmente se planteó para 2022), obteniéndose 781 mil barriles de gasolina y 560 mil de diésel diariamente, una meta que los conocedores adelantaron era muy difícil de conseguir, tal cual. También el compromiso de Dos Bocas, hasta ahora cumplido a medias, sin considerar su elevado costo, muy por encima de los ocho mil millones de pesos originalmente proyectados. Sin embargo, acá en el llano ignoramos si la señora Nahle expuso “en tiempo y forma” a su jefe lo que expertos en la materia reconocían sobre que las dimensiones de Dos Bocas sobrepasarían con creces el presupuesto dado a conocer (8 mil mdd). Quizás en la respuesta radica la mayor o menor probabilidad de la candidatura de Rocío Nahle al gobierno veracruzano. O sea, constitucionalmente está habilitada para ser candidata, pero, como canta el son, para subir al cielo se necesita una escalera y otro poquito.