Tiene su gracia que gente como Ricardo Anaya y Jelipe CaldeRón y toda la fanaticada del Claudio XXX González compuesta por personajes que tienen serias dificultades no digamos que para hacer sinapsis sino para entender la O por lo redondo, hagan comentarios sobre los procesos internos de Morena llamándolos bananeros y los ilustren con neandertales peleándose o mediante memes o fakenews que parecen sacados de un tabernáculo de adictos a la Hora pico. Sobre todo, porque no están para dar clases de democracia participativa y, mucho menos, de limpieza electoral cuando son especialistas en robarse elecciones.
Si bien es cierto que en Morena se reprodujeron broncas y rebatingas, caos y desorden, oportunismo y abusos, hasta los intelecuáles orgánicos de Mr. X tuvieron que reconocer su capacidad de convocatoria y que la ultraderecha mexicana ni yendo a bailar a Chalma sería capaz de igualar. Cada vez que Makititititito, Zambranititititito y Alititititito (los jueces ya lo desampararon y la señorita Layda, señorita Layda, va a poder sacar más audios para el solaz y esparcimiento de los bróders de Alito y choznos de don Plutarco, ¡fíjate qué zuavo!) organizan una movilización, esta se transforma en una oda al vacío.
No solo se avergüenzan de sí mismos (el ChikiliQuadri en todo su fofo esplendor, siempre sugiere dominar el asco y votar por el PRIAN), sino que sus dudosas argumentaciones portan tal cantidad de plomo y contrasentidos, que parecen un homenaje a Margarita Zavala, X Gálvez, la señora López R. y a Lilly Téllez en su estado natural, es decir la muina y el resentimiento social.
En efecto, como es una entidad viva, en los procesos de Morena hubo su dosis de absurda manchadez, arrebato, martinetes y hurracarranas que Mario Delgado está obligado a explicar sin pragmáticas salidas por la tangente. Pero recordemos que en el PRIvilegio de desmadrar se arreglan a balazos o intercambiando ofertas que no pueden rechazar, los del KukluxPAN lo hacen a maletazos de Odebrecht al ritmo de “¡Ánimo Montana!”, mientras en el PRD se bolsean y agarran a pellizcos entre los Chuchos.
Y está comprobado científicamente que en el PRIANChu hay más racismo que en el Sonora Grill de Polankirri.
En comparación crece la figura egregia de Samuel García que cree que por sus bailes-rituales llovió en Monterrey, y volvió a extraer niños del DIF para jugar a la happy family con la primera tiktokera de Nuevo León. ¡Se la bañan!
Jairo Calixto Albarrán