Ricardo Monreal es una “orcholata” atípica, pues su inserción en esa categoría desde el enfoque político es artificial, derivada de su insistencia por ser considerado entre los aspirantes oficialistas de MoReNa a la presidencia de México, pese a no estar en el ánimo del dueño del refrigerador, a cuyo congelador ha sido relegado. El senador zacatecano sabe que no pertenece al círculo de quienes López Obrador considera dignos de confiarles su proyecto de nación, por supuesto, de esa condición debe estar muy consciente, no peca de iluso. Monreal está jugando con las circunstancias, aguardando los tiempos para decidir el momento adecuado y propicio para dar el paso hacia afuera de su actual partido, en donde se percibe marginado, o, peor aún, ignorado para el juego sucesorio, lejos de toda confianza de quien por ahora es el factótum fundamental de MoReNa. Este enfoque pecaría de especulativo si no se vinculara con el reciente discurso de Monreal en La Paz, en donde este fin de semana anduvo de gira. Primero ensayó con tono festivo que “soy como el arma secreta del Presidente”, porque “le conviene”, por su mesura y experiencia. Pero, con toda su experiencia a cuestas se permitió un incómodo exordio al expresar: “puedo ser el Presidente de la Reconciliación Nacional”, ¿habrá sido un lapsus retórico irreflexivo, o subliminal mensaje de un deslinde de posiciones? Porque tal alusión se asocia a la polarización creada por el discurso presidencial ¿lo pensó Monreal antes de pronunciarlo o fue fríamente calculado? Fue más allá Monreal al calificar de errónea la estrategia de adelantar el proceso sucesorio porque “puede generar fracturas al interior del Movimiento” ¿cómo lo tomará quien lo sacó del juego sucesorio? Todavía más, se supone marginado por el presidente en este proceso de apertura corcholatera, e inconforme por “ser ignorado, subestimado e incluso despreciado”, y de allí su insistencia sobre lo disparejo del piso. Más aún, Monreal adelanta que “permanecerá en las filas de Morena hasta donde la dignidad se lo permita…” y en ese tirón a la cuerda definió su posición respecto a la reforma electoral: “desaparecer al INE no es tan fácil”, pues su trabajo “ha sido moderadamente aceptable…”, expresando sus reservas sobre una elección universal para sustituir a los consejeros, “tengo mis dudas, no estoy convencido y lo digo con toda responsabilidad”. De paso ratificó que “tiene autonomía y criterio propio”, en sugerente mensaje con chile piquín sobre que “las corcholatas” no lo tienen. Monreal sabe su juego, pero con esta clase de discurso, sin duda genera la percepción de su posible salida de MoReNa. Ahora, si tal procedimiento provocará una ruptura sísmica en las filas de su partido no lo sabemos, porque mientras ese Movimiento mantenga los hilos del poder seguirá siendo como la miel, dulce y pegajosa.