Agencias/Sociedad 3.0
Y los rumores se hicieron realidad: este martes Nancy Pelosi se convirtió en la funcionaria de más alto rango en visitar Taiwán desde 1997.
Como alguien que ha estudiado durante mucho tiempo la delicada ‘danza diplomática’ de Estados Unidos con Taiwán, entiendo el porqué este viaje ha provocado una reacción tanto en Washington como en Beijing, dadas las tensiones actuales en la región. También marca la continuación de un proceso que ha visto un creciente compromiso político de los estadounidenses con la isla, para disgusto de China.
Lazos diplomáticos
La controversia sobre la visita de Pelosi se deriva de la política de ‘una sola China’, la postura diplomática bajo la cual EU reconoce a China y la posición de Beijing de que Taiwán es parte de China. La política ha regido las relaciones de EU con la isla durante más de 40 años.
En 1979, EU abandonó su política anterior de reconocer al gobierno de Taiwán como el de toda China, y en su lugar cambió el reconocimiento al gobierno del continente.
Como parte de este cambio, EU cortó los lazos diplomáticos formales con Taiwán y la embajada estadounidense fue reemplazada por una entidad no gubernamental llamada Instituto Estadounidense en Taiwán.
El instituto era una embajada de facto, aunque hasta 2002, los estadounidenses asignados al instituto tenían que renunciar al Departamento de Estado para ir allí, solo para ser recontratados una vez que finalizaba su periodo. El contacto entre los dos gobiernos fue técnicamente no oficial.
A medida que el gobierno de Taiwán buscaba la democracia, desde el levantamiento de la ley marcial en 1987 hasta las primeras elecciones totalmente democráticas en 1996, se alejó de la suposición que alguna vez sostuvieron los gobiernos de China y Taiwán de una eventual reunificación con el continente. Sin embargo, el gobierno de China nunca ha abandonado la idea de ‘una China’ y rechaza la legitimidad del autogobierno taiwanés. Eso ha hecho que el contacto directo entre los representantes de Taiwán y Estados Unidos sea polémico para los funcionarios chinos.
De hecho, en 1995, cuando Lee Teng-hui, el primer presidente elegido democráticamente de Taiwán, aterrizó en Hawái de camino a América Central, ni siquiera pisó la pista. El Departamento de Estado ya había advertido que al presidente se le negaría una visa de entrada, pero permitió una recepción breve y de bajo nivel en la sala del aeropuerto durante el reabastecimiento de combustible. Aparentemente sintiéndose desairado, Lee se negó a abandonar el avión.
Visitas políticas anteriores de EU
Dos años después de este incidente, el entonces presidente de la Cámara, Newt Gingrich, visitó Taiwán.
Al igual que la visita de Pelosi, la de Gingrich irritó a Beijing, pero fue más fácil para la Casa Blanca distanciarse de Gingrich: era un político republicano que visitaba Taiwán en su propia capacidad y claramente no en nombre del entonces presidente Bill Clinton.
La visita de Pelosi es diferente porque es miembro del mismo partido que el presidente de EU, y China puede suponer que tiene la ‘bendición’ de Biden, a pesar de sus comentarios en sentido contrario.
Cuando se le preguntó el 20 de julio sobre su opinión sobre el viaje de Pelosi, Biden respondió que “los militares creen que no es una buena idea en este momento”.
El comentario se hace eco del manejo anterior por parte de la Casa Blanca de un comentario de Biden en el que sugirió en mayo de 2022 que Estados Unidos intervendría “militarmente” si China invadía Taiwán. Los funcionarios de la administración de Biden revirtieron el comentario, lo que habría roto una política de ambigüedad de larga data sobre lo que haría Estados Unidos si China intentara tomar Taiwán por la fuerza.
De manera similar a Pelosi, la Casa Blanca se está distanciando de una posición que sugiere un cambio en las relaciones entre EU y Taiwán luego de un período en el que EU ya había estado tratando de repensar cómo interactúa con la isla.