Solo se especula cuando se habla de oídas, se infiere, y es posible formular hipótesis cuando se obedece al dictado de los datos duros, en cualquiera de esos polos podría acomodarse lo que a continuación se escribe, pero, en todo caso, es una visión desinteresada acerca de la narrativa de nuestros tiempos. Como históricamente está demostrado, cuando una organización política entra en severos problemas internos, después que éstos alanzan su máximo grado de crisis sobreviene la catarsis, acompañada del bálsamo tranquilizador. En el PAN, por ejemplo, en diversas etapas de su existencia los sufrió, cuando las desavenencias internas le impidieron presentar candidato presidencial en 1976, también cuando en 1992 el Foro Democrático y Doctrinario provocó serios diferendos a su interior teniendo como colofón la salida de algunos de sus notables, tras lo cual se encaminó hacia triunfos electorales de mayor envergadura a los hasta entonces logrados, y fueron coronados con el alcance de la presidencia en el año 2000. En el PRI, precisamente después de perder en el 2000 la presidencia de la república no pocos dieron por muerto al tricolor, que recomponiendo sus fuerzas logró recuperar la titularidad del Poder Ejecutivo Federal en 2012. Ahora mismo, este partido atraviesa por un serio disturbio interno, en mucho ocasionado por el vía crucis personal de su dirigente nacional, Alejandro Moreno, a quien la lumbre del acoso político y judicial le está llegando a los aparejos. El quid de esa circunstancia radica en que el impacto trasciende a la Alianza Va por México, debido a que la diputada priista, Yolanda de la Torre, envió una iniciativa a la Cámara de Diputados para ampliar la presencia del Ejército en temas de seguridad pública hasta 2028, propuesta que es contraria a los planteamientos que en diametral contraste ha formulado dicha Alianza. Pecaríamos de ilusos al suponer dicha iniciativa como diseñada y propuesta motu proprio por la diputada de la Torre, porque, obviamente, lo hizo por consigna y, debemos suponerlo, tuvo pleno conocimiento y aprobación de su coordinador cameral, Rubén Moreira. Alguien desde el Zócalo de la CDMX debe estar frotándose las manos por el eventual éxito de su estrategia de debilitar a la Alianza PRI-PAN-PRD, ejerciendo presión al más vulnerable de los dirigentes que haya tenido el CEN del PRI: Alejandro Moreno, exhibido en esa trama, qué coincidencia, por la gobernadora de Campeche, quien declaró que por el momento se abstendrá de “no tocar el tema de Alejandro Moreno” en su programa “Los Martes del Jaguar”, tan reveladora como fantástica “coincidencia” no son de frecuente acontecer. ¿Vale Alejandro Moreno “una misa” y el riesgo de poner en entredicho la Alianza Va por México”? Por supuesto que no, porque es actor político susceptible de deposición, más ahora que ha cortado el cordón umbilical que lo vinculaba a la Alianza Va por México en lucha por su supervivencia política y tomando de escudo institucional al PRI para evitar los litigios de índole personal que lo abruman. Esa su actitud ocasiona, sí, un torbellino inoportuno en el PRI, disturbios inconvenientes, pero éste impasse podrá servir a la vez para depurar la dirigencia nacional priista y fortalecer la alianza tripartidista. En conclusión, al parecer los días de “Alito” al frente del PRI parecen estar contados. Aunque, finalmente, se vaya o no, que todo sea por el bien del país.