viernes, noviembre 22, 2024

Este Mambrú no se va a la guerra

Hace unos días me llegó un tuit mío de hace mil años, recuperado por algún arqueólogo sin vida ni quehacer, donde sostengo que el papel del Ejército en los tiempos de Calderón fue terrible y no había servido para nada. El expresichente Jelipillo había hecho uso y abuso de los poderes militares para construir un ambiente pinochetista, superautoritario, donde el objetivo no era acabar con el crimen organizado, sino el de construir alrededor de la figura presidencial una imagen de macho alfa, pelo en pecho, lomo plateado, barba de leñador y voz de espartano. Una cosa bonita, sensible, pero no sustentada con logros verdaderos pues el crimen organizado seguía haciendo de la suyas, las drogas seguían circulando por doquier, y lo peor de todo era el ambiente de psicosis, ansiedad, angustia y desesperación, donde primero victimizaban y revictimizaban y luego averiguaban.

Ahí los chicos del Tec de Monterrey acusados sin pruebas de formar parte del crimen organizado; los jóvenes asesinados en Tijuana y que inmediatamente Calderón señaló como agentes de los malos de malolandia. Todo bajo la filosofía macabra de “Más y mejores balazos”.

Aquello sí fue una militarización de a devis, donde los efectivos no estaban para apoyar a la gente sometida a la violencia, sino para subirle el rating de manera artificial a un Calderón desprovisto de legitimidad. Más aún cuando tenía como figura central a García Luna Productions como encargado de las estrategias de seguridad, hoy conocido por su relación con capos mafiosos.

El Ejército de hoy, para la mala suerte del sector opositors, no anda desapareciendo disidentes, no mete periodistas a los campos militares, no produce guerras sucias ni criminaliza víctimas, ni anda ejercitando su derecho al monopolio de la violencia por capricho de calderones y peñas que estaban ebrios, más el primero, de poder y de intereses. Ya no hacen a las dictaduras ni a los autócratas como antes, no se vale.

Este Mambrú no se quiere ir a la guerra.

Jairo Calixto Albarrán

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