Por Edgar Hernández*
Con todo y su salud mental afectada, agudos problemas de olvido y por su fuera poco ante una jefa administrativa y financiera dedicada al desvío y saqueo de millonarios recursos, la titular del Poder Judicial, Isabel Inés Romero Cruz, se da tiempo para atropellar derechos fundamentales de sus trabajadores como es el caso de Gustavo Cadena Mathey.
Por estas fechas el periodista cumplió cinco años de pleito judicial con la institución que de un plumazo ignoró su planta laboral, su buen desempeño en el difícil manejo de prensa y relaciones públicas que tanto lustre dio al Tribunal Superior de Justicia, al cercenar sus derechos laborales, ignorando su razón jurídica y tirando al olvido sus exigencias.
A Johana Marlén Bautista, responsable administrativa y financiera de la institución señalada por millonarios desvíos vía empresas fantasma y responsable del faltante de 500 millones del presupuesto del año anterior, simplemente el caso de Gustavo Cadena, como el de muchos otros despedidos injustamente, simplemente le vale madre.
Mal ocupada en sus fracachelas y pleitos de escandalosos amasiatos que ventila con una diputada Nora Jessica Lagunes, poco le ha importado el despido de las magistradas Yolanda Cecilia Castañeda y Concepción Flores Saviaga, arrojando a la calle sus pertenencias tras violento desalojo de sus oficinas.
Mientras a Cadena Mathey simplemente lo ignora.
No así a la magistrada presidenta en funciones, a doña Chabela, como se le conoce, quien pese a la Prosopagnosia aguda que padece –olvido temporal-, y a que en aras de dicho problema no atiende su oficina y que por si fuera poco, con 70 años cumplidos, y –este sí- obligado retiro, ahí está.
Es un títere que sirve a los intereses del gobierno de Cuitláhuac García quien ha hecho del uso y abuso de jueces y magistrados, una palanca de poder para encarcelar a sus enemigos.
Gustavo Cadena Mathey ha interpuesto una serie de recursos en defensa de su planta laboral en donde se le ha dado la razón legal, aun así no es atendido su reclamo de reinstalación, jubilación o nada que se acerque a la reposición de sus legítimos derechos.
Poco respeto se le tiene a este periodista –como a todos los que no comulgan con su causa- quien ha servido por casi cinco décadas a la opinión pública como reportero, como responsable de las áreas de prensa y como columnista de toda una vida.
¿Quién no recuerda el paso de Gustavo por el viejo Diario de Xalapa en donde aún escribe? ¿Quién no tiene presente su agudeza que le ha dado su fina y puntillosa pluma? ¿Quién no guarda agradecimiento alguno por sus embajadas en favor del reportero necesitado o el columnista tratado de buena manera?
Injusto el atropello contra el periodista. Más injusto, sin embargo, que la imbecilidad oficial gane.
¿Hasta cuándo?
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo