En el cotarro político de Veracruz flotaba en el aire la expectativa sobre el sentido que daría a su voto el diputado José Yunes Zorrilla, a favor o en contra de la propuesta del PRI para la permanencia del ejército en asuntos de seguridad pública hasta 2028. En términos de la conveniencia política no resultaba fácil la disyuntiva: votar en apego a la convicción de cumplir compromisos previamente contraídos pese al sacrificio de la conveniencia personal, o inclinarse ante la presión del número, obedeciendo la consigna acrítica a cambio de potenciales prebendas políticas. En conciencia, solo a José Yunes corresponde expresar si existió conflicto interno para decidir el sentido en que orientaría su voto, que resultó no afirmativo a la iniciativa priista, demostrando una singular lección de congruencia en estricto respeto a su limpia trayectoria política. Yunes Zorrilla obtuvo su actual condición de legislador gracias a su postulación por la Alianza partidista PAN-PRI-PRD, y por su cercanía a la base popular alcanzó el triunfo por la vía de mayoría relativa, no por la cómoda candidatura por el principio de representación proporcional que originalmente le fue ofrecida, porque tiene base electoral y referencia territorial por las varias ocasiones en que ha buscado el voto y su desempeño al frente del PRI estatal. En esa circunstancia no es poco lo que puso en juego a la hora de emitir su voto legislativo, porque en la balanza política aún en nuestro subdesarrollo democrático la congruencia entre el decir y el hacer es un valor reconocido. El diputado Yunes ya ha manifestado su interés en participar como precandidato de la Alianza partidista al gobierno de Veracruz, más allá de la satisfacción personal de haber votado por convicción y respeto así mismo, ya habrá oportunidad de conocer el impacto de ese gesto en los acontecimientos por venir. Los actuales no son los tiempos de la época dorada y triunfalista del priismo, cuando se luchaba con singular denuedo por una candidatura que en automático significaba el triunfo electoral, aquellos cuando el PAN y el PRD ofrecían candidaturas a los “chapulines” y “trapecistas” inconformes por no conseguirlo en el PRI, ahora no se aprecia similar apetencia hacia una candidatura por la Alianza, y en esa lógica no abundan quienes han expresado su intención de participar en la contienda electoral por el gobierno veracruzano en 2024 por dicha Alianza, eventualmente devaluada; de allí la valía de dos actores que pese a las difíciles circunstancias han adelantado su aspiración para competir, porque, Héctor Yunes Landa recientemente ha declarado su intención de participar en el proceso sucesorio que se avecina; no necesita de presentaciones, pues figura entre los destacados valores políticos por el lado de la oposición que ha dicho “voy”, ¿quién podría regatearle méritos a su legítima aspiración? Muchos años en la brega política y suculenta trayectoria avalan a ambos políticos, aquí no hay cola que pisar. Por otro lado, sin que ella haya manifestado sus propósitos de futurismo político, se especula que la alcaldesa de Veracruz, Patricia Lobeira, figura entre los precandidatos, son obvias las razones para incluirla. El senador panista Julen Rementería aún deshoja la margarita o simplemente aguarda los tiempos, aunque su estatus en las filas panistas le otorgan en automático la condición de aspirante. Este conjunto de referencias constituye la fotografía de estos días y nada garantiza que así retratará dentro de 14 meses, cuando llegue la hora de la verdad; el grado en que cambien las circunstancias y vayan girando los acontecimientos nos proporcionará mejor perspectiva para acercarnos al futuro, éste se irá forjando con el correr de los meses por las condiciones económicas, sociales y políticas del acontecer nacional, y las acciones y circunstancias de cada uno de estos actores políticos. Mientras, no hay motivos para adivinar el futuro, porque “no por mucho madrugar amanece más temprano”.