A raíz de la multiplicación de los movimientos para visibilizar la violencia contra las mujeres en los diferentes espacios de la vida pública y privada, la Universidad Veracruzana ha salido a relucir como uno de los sitios menos seguros para ellas, las estudiantes, ante la complicidad de las diferentes autoridades universitarias y de los propios académicos con los agresores.
Aproximadamente desde 2018 se han generalizado las denuncias de las alumnas que han sufrido violencia en razón de género en alguna de las facultades de la Universidad Veracruzana, la cual han buscado exhibir durante las marchas de protesta de los colectivos feministas y especialmente a través de los llamados “tendederos”, en donde exponen los nombres de estudiantes y profesores que han incurrido en acoso e incluso en situaciones de abuso sexual y violación, y por lo cual también han recibido respuestas violentas de parte de los alumnos exhibidos y hasta de los maestros y maestras de sus escuelas, que lo menos que llegan a hacer es burlarse y minimizar el fenómeno.
La respuesta de la Universidad ha sido, por lo menos y salvo contadas excepciones, timorata y cómplice. Entre las “soluciones” que han encontrado están desde hacer que las alumnas violentadas se cambien de grupo para que no coincidan con el agresor –al que se le mantiene de manera insólita dentro de la institución- hasta adelantar la jubilación de algunos maestros de mayor edad que han incurrido en estas conductas durante varios años, procurándoles así impunidad y un “retiro dorado”.
Las facultades de la UV en las que hay un mayor número de denuncias por acoso y abuso sexual son Psicología, Derecho y todas las que se congregan en la Unidad de Humanidades. Aunque se trata de un problema que abarca a toda la Universidad Veracruzana en su conjunto.
Muchos de los casos han sido atendidos por la Unidad de Género de la casa de estudios, pero de una manera deplorable: revictimizando a las estudiantes, dándole la vuelta a los protocolos y protegiendo a los profesores agresores, priorizando la protección de la imagen de la Universidad por sobre la seguridad, la integridad y la propia vida de las estudiantes.
Este lunes, alumnas de la Facultad de Antropología llevaron a cabo una nueva protesta mediante un “tendedero” en el que exhibieron en los pasillos de la Unidad de Humanidades de la UV a sus presuntos acosadores y abusadores. En el tendedero se colocaron mensajes con los nombres de alumnos y académicos señalados por acoso sexual por las estudiantes, que denunciaron que los “polis y los conserjes” también las acosan, por lo que calificaron a la Universidad como “casa de agresores”. Y de nueva cuenta, la violencia fue la respuesta.
Durante el acto de protesta, un pseudoestudiante de nombre Daniel Rocha, alias “El Colombiano”, sacó una navaja dentro de las instalaciones universitarias, rompió el tendedero y amenazó a las estudiantes, luego de ser evidenciado como presunto acosador sexual.
Sin embargo, el agresor solo fue “reconvenido” por las autoridades universitarias y este martes se presentó como si nada a clases, lo que provocó que la Unidad de Humanidades fuera tomada y declarada en paro por los estudiantes.
El paro se levantó la noche de este mismo martes “luego de un acuerdo entre estudiantes y autoridades universitarias” del que no se dieron mayores detalles. Pero el problema de fondo se mantiene intacto.
Entre los ejes estratégicos del programa de trabajo del rector Martín Aguilar Sánchez se incluye, en el apartado de derechos humanos, “atender cada año el 100 por ciento de las quejas presentadas por violencia, acoso u hostigamiento con el propósito de garantizar el derecho a una educación libre de violencia de las mujeres, hombres y personas pertenecientes a la comunidad LGBTTTIQ+”.
Entre las acciones para cumplir con esta meta se plantea la “instauración de procedimientos rápidos y sencillos” para atender los casos de acoso, hostigamiento y, en general, de violencia de género en contra de mujeres; así como la elaboración e implementación de procesos de justicia restaurativa para la resolución de los casos.
Pero la proliferación de denuncias indica que a un año del rectorado de Aguilar Sánchez, en la UV se protege, aún, a los agresores.
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