No representa ninguna dificultad establecer la diferencia entre demoler un edificio y construirlo, pues la experiencia demuestra que destruir es posible llevarlo a cabo en un santiamén, mientras la edificación requiere de mayor tiempo. Escogemos este símil para intentar una explicación acerca del derribamiento del sistema político “neoliberal” afanosamente emprendido por el actual gobierno federal durante sus primeros cuatro años de ejercicio. Aún quedan dos años para concretar ese propósito, pero, existe sustancial diferencia entre derribar un edificio a devastar un complejo de instituciones para edificar uno nuevo, no es de suyo lineal debido a la variedad de factores que intervienen: el económico, el político, los intereses creados, las instituciones sólidamente establecidas, la resistencia de los grupos de poder, etc. Por otro lado, es importante destacar la diferencia entre la contundencia de los “golpes” de los primeros años, con el impacto que va menguando conforme transcurren los años. No es igual la enjundia acompañada de la euforia triunfalista para implementar los cambios en los primeros episodios, a cuando la frustración por no poder completarlos comienza a ser un factor adicional y opera como pesado fardo. Es entonces cuando empieza a generarse el pensamiento de la trascendencia y es importante dedicarle mayor atención, pero, ¿quién de los posibles sucesores@ será el adecuado@ para esa finalidad? Según la experiencia histórica en nuestro país, el encargado de decidir sucesor@, no ejecuta en solitario esa empresa, ni es factor absoluto en el empeño, al grado que las circunstancias imperantes en su momento podrían obligarlo a variar su decisión original. Adicionalmente, ha comenzado para el presidente una etapa en que las dificultades se multiplican casi a la par en que la fuerza política original va en acelerada mengua, acompañada de los embates del adversario, que cada vez son de mayor alcance. Ahora bien, según podemos advertir en los acontecimientos de actualidad, al propio presidente le está impactando inversamente la euforia demoledora, reflejada en dos sucesos de central importancia: los documentos producto del hackeo que paulatinamente se van participando a la población dejando al descubierto los contrastes del discurso público con la realidad, y la documentada investigación que da a conocer el libro “El rey del cash”, ambos de efectos demoledores para el gobierno y su titular. Queda por ver hasta dónde escalará la potencia del factor adverso a la CuartaT, pero en el escenario se advierten signos preocupantes: Hakeo, “el libro”, la inflación, la inseguridad, la salud, el protagonismo de Ken Salazar, y hasta Rusia, cuya inesperada revelación de supuestos acuerdos con nuestro gobierno, al cual obliga a dar explicaciones de corte extemporáneo, “no jales que descobijas”.