Mi experiencia con oficiales de tránsito corruptos ha sido terrible, posiblemente la peor posible como ciudadano. Hace muchos años, en el 2009, como foráneo se podía ingresar a la Ciudad de México después de las 11 am, muchos salíamos de la autopista en un Vips o Toks antes de la caseta y ahí hacíamos tiempo para entrar sin problema alguno. En una ocasión, por un accidente nos desviaron por la carretera federal y al llegar, en el mayor cinismo, unos oficiales de tránsito nos llevaron como botín, a una apartada calle del Estado de México, me pidieron dinero o llevarían mi vehículo al corralón. Eran las 10:45 de la mañana, les explique y no hubo la menor posibilidad, me bajaron de mi coche y me llevaron a sacar dinero de los cajeros automáticos mientras mi esposa e hijas esperaban en el coche que regresara. Fueron un par de horas de horror, yo pensé que habían sido secuestradas y ellas pensaban que me había pasado lo peor. Me robaron $8,000.00, claro, al final me entregaron un papelito con 3 claves, me dijeron que con eso podía circular donde yo quisiera y hacer lo que me diera la gana.
No había cometido delito alguno, solo unos delincuentes uniformados de policías de tránsito amanecieron ese día con ganas de meterse un dinerito extra en ocasión del accidente que se había presentado.
En otra ocasión, habrá sido en el 2014 o 2015, en la calle de la casa, una tarde que no había el menor movimiento vehicular, eran vacaciones escolares, los de las grúas y un oficial de tránsito prepotente y corrupto levantó los coches de los vecinos que estaban estacionados en la calle. Yo salí a pedirle tiempo para avisarle a los vecinos, el oficial empezó a gritarme y llamar por radio refuerzos para que me llevaran preso. Yo le explicaba que la calle en las tardes no tenía movimiento, menos en vacaciones. Sin más me empujó contra la pared y me amenazó, dijo que sabía dónde vivía y que lo mejor era que me callara.
Los coches de mis vecinos se los llevaron en 5 minutos, yo temblaba de miedo e impotencia, nunca me había sucedido algo así. Al otro día me presenté en la Secretaría de Seguridad en Leandro Valle, hablé con una licenciada muy atenta y educada, me dijo que ese oficial era muy prepotente pero no violento, que no me preocupara, ellos hablarían con él. Como favor me pidieron no levantar un acta en el ministerio público. Yo les pedí un oficio de lo sucedido y el compromiso de atender este altercado. Los documentos los guardó a la fecha.
Hace unos meses, en la revista de supervivencia de los viejitos del IMSS, yo llevé a mi madre de más ochenta años, no había un solo lugar disponible en los ya de por sí muy pocos estacionamientos en la zona. Muchos nos estacionamos en la vialidad, no había otra forma. Llevé a mi madre a su supervivencia, fue cosa de 15 minutos, al bajar del hospital con mi madre, la sorpresa fue ver las grúas en un frenesí de locura estaban levantando los coches sin importarles nada, para ellos era un negocio redondo, miles y miles de pesos. Los viejitos no eran nada, lo importante era el negocio. La oficial de tránsito le gritó a mi madre que se quitara, tenía mucho trabajo que hacer.
Ayer me levantaron una infracción por no tener el cinturón de seguridad, lo acepto, me venía incorporando a la vialidad y colocando el cinturón cuando el oficial de tránsito me vio. Me pidió me orillara y le mostrara los documentos. Le dije que no había el menor problema, que me hiciera la multa, reconocía mi falta.
El oficial no tenía la menor intención de levantar la multa, su intención era amenazarme con llevarse mi coche al corralón. Esa amenaza oculta de que lo mejor es que aquí nos arreglemos, una vez en el corralón es mucho más caro y complicado.
Yo me rehusé y acabamos en las oficinas de tránsito discutiendo, el oficial me leía cada vez más molesto el reglamento de tránsito, Yo le decía que en garantía se quedaba con la tarjeta de circulación, no era necesario amenazarme con el corralón. A las oficinas llegaron otros oficiales de mayor rango, yo los abordé para exponerles mi situación y me dijeron que me podía retirar, que solo elaborarían la multa, ya que ni siquiera tenían disponible una grúa para llevar mi coche al corralón.
Al final, obtuve mi multa como una graciosa concesión de ellos, cuando la multa fue lo que yo pedí desde el principio. De la grúa para llevarse mi coche al corralón, pues ni la tenían disponible y creo que ni siquiera era el plan, solo es la amenaza con la que abordan al ciudadano.
Tienen mucha tarea, la Policía de Tránsito ha sido siempre un nido de corrupción, no solo en Veracruz, en todo el país.
Y así será siempre, por la sencilla razón que eso de servir al ciudadano no es negocio.
Después de todo, esa es la corrupción que más nos lastima a los ciudadanos, esa que viene de los que supuestamente deben servir y proteger.
¿Será que lo entienden mal? Somos nosotros los que debemos servirles y protegernos de ellos.
Jorge Flores