Juegos de Poder
Desde 2006, cuando se lanzó por primera vez como candidato a la Presidencia, López Obrador ensambló un grupo de economistas de primer nivel que apoyaban su candidatura. A todos ellos, salvo al actual secretario de Hacienda, les ha ido muy mal en su relación con el tabasqueño, quien los ha tratado con la punta del pie.
Al que mejor conozco es a Gerardo Esquivel. Fue uno de los fundadores de Es la hora de opinar, el programa que conduzco en FOROtv desde hace más de 12 años. Precisamente salió de la pantalla para irse a trabajar con López Obrador en 2018. Lo lamenté mucho porque Gerardo era un colaborador extraordinario. No sólo es un estupendo economista, doctorado en Harvard, sino un hombre ilustrado con el que se pueden tener magníficas charlas de todo tipo de temas. Es ideológicamente de izquierda, con una preocupación legítima sobre la pobreza y la desigualdad social. Con él se puede debatir muy a gusto porque está lejos de ser un fanático lleno de prejuicios.
Esquivel se fue a trabajar al equipo de Carlos Urzúa, quien ya estaba anunciado que sería el secretario de Hacienda de AMLO. Gerardo, supuestamente sería el titular de la Subsecretaría de Egresos, una de las instancias más poderosas que diseña y ejecuta el presupuesto del gobierno federal. Algo pasó, sin embargo, que Esquivel no llegó a dicha subsecretaría. Al parecer, tuvo algún tipo de desavenencia con el Presidente electo. Ya sabemos que a AMLO no le gusta que lo cuestionen. Conociendo a Gerardo, me lo imagino perfectamente expresándole al Presidente su desacuerdo con algo.
Por angas o por mangas, el hecho es que bajaron a Esquivel de la subsecretaría de Egresos y lo nominaron como subgobernador del Banco de México. Al principio, todos pensamos que lo estaban enfilando para ser el próximo gobernador del banco central. No era así. En realidad, le habían dado la subgubernatura para sacarlo de la jugada. Luego se hizo público el distanciamiento con AMLO, quien llegó a ponerle la etiqueta de “neoliberal”, uno de los epítetos que utiliza el Presidente para insultar a la gente.
Gerardo ha hecho un papel magnífico como subgobernador del Banxico (no podía ser diferente). El gobierno, en lo que parecía otra vez una promoción, lo nominó para convertirse en presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Sin embargo, lo dejaron solo. Con una pésima operación política por parte del gobierno, Esquivel perdió la elección, donde arrasó el candidato brasileño. Como el caballero que es, Gerardo aceptó su derrota y felicitó al ganador en los mejores términos.
No así el gobierno de AMLO que, fiel a su estilo, se ardió por lo ocurrido y salió a denostar al BID.
Esquivel permanecerá como subgobernador del Banxico. Su periodo terminará este año. AMLO puede nominarlo para un periodo más de ocho años. Uno pensaría que, si lo propusieron para dirigir el BID, pues merece la reelección al puesto en el que tan bien se ha desempeñado. Todo indica que no será el caso. El propio Presidente ha dado señales en este sentido.
De esta forma, Esquivel se unirá a otros dos economistas que ayudaron a llegar al poder a AMLO, intentaron ayudarle en el gobierno, pero les dio una patada en el trasero.
Me refiero al primer secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, quien renunció pronto a su cargo cuando se dio cuenta de que no se le podía decir que no al Presidente. Se tuvo que ir por la puerta trasera y regresar a la academia, donde se ha convertido en un crítico implacable de este gobierno.
Y qué decir de otro economista destacado, Arturo Herrera, que sustituyó a Urzúa en Hacienda. El Presidente lo removió para supuestamente nominarlo como gobernador del Banco de México. Sin embargo, de repente cayó de la gracia presidencial. Al parecer, AMLO se enfureció porque el secretario les había repartido el presupuesto a los estados gobernados por la oposición antes de las elecciones intermedias del 2021, algo que estaba obligado a hacer. Sin avisarle, Palacio Nacional retiró su nominación del Senado. Un buen día, Herrera se enteró que ya no tendría su siguiente chamba. Tuvo que salir al mercado de trabajo y encontró una posición fuera de México en el Banco Mundial.
El único economista de nivel que sigue en buenos términos con el presidente es Rogelio Ramírez de la O, actual secretario de Hacienda. De él no sabemos nada porque mantiene un perfil bajísimo en el poderoso puesto que ocupa. Al parecer, a diferencia de Urzúa, Esquivel y Herrera, Ramírez de la O ha entendido que, para sobrevivir con este Presidente, un economista docto en la materia debe obedecer ciegamente al jefe y callarse la boca.