Tanto le removió la multitudinaría convocatoria de la marcha en defensa del INE al mandatario federal que desde entonces ha dedicado su tiempo en descalificar ese acto «intrascendente» y convocar a una marcha propia a favor de su reforma electoral.
Sin embargo, sabemos de antemano que no solamente va a llenar el zócalo, sino que lo va a atascar con multitud de acarreados, porque ya nos la sabemos.
Hay que recordarle, como el experto en manifestaciones y mítines que es, que las marchas se organizan para señalar las fallas del gobierno y exigirle.
Lo del domingo 27 de noviembre no será una marcha para reclamarle al gobierno, será un desfile con toda la pompa, encabezada por el presidente, que culminará con un mensaje dicho por el mismo presidente, hablando maravillas de la reforma electoral promovida por el mismo presidente. Un acto de egocentrismo absoluto.