A las nuevas generaciones parecerá extraña la enorme algarabía nacional en torno a la iniciativa de reforma constitucional para modificar al Instituto Nacional Electoral presentada a la Cámara de diputados por el presidente López Obrador; una de las causas radica en la poca o nula referencia respecto a cómo se desarrollaban antaño los procesos electorales. Este fenómeno pudiera incidir en quienes son veinteañeros o cumplen treinta años de vida, pues el IFE, antecesor del INE, se creó en 1990. En términos generales podemos referir que casi todas las elecciones las ganaba el PRI y cuando este partido perdía arrebataba dejando a sus opositores la opción única de protestar frente a oídos sordos. Se cometían abusos políticos, se fraguaban fraudes electorales, pero fue a partir de la elección federal de 1988 cuando tal condición hizo crisis debido a la elevada convocatoria electoral concitada por Cuauhtémoc Cárdenas como candidato del Frente Democrático Nacional, lo inusitado de su competitividad frente al PRI levantó la sospecha de un fraude electoral, lo cierto es que de eso no hay constancia documental y la lógica de una elección en México señala que sin estructura (el FDN no la tenía) poco se podía hacer para competir contra la enorme maquinaria priista. Pero tras aquella elección fue muy fuerte la presión contra el gobierno de Salinas y éste cedió abriendo la válvula para contener la inconformidad, entonces nació el IFE con el propósito de darle a los resultados electorales certidumbre y confianza. En la década finisecular se sucedieron en cadena varias reformas electorales, hasta que en 1996 el Instituto Federal Electoral se “ciudadanizó” al quedar el gobierno fuera de su estructura. Pero, para darnos una idea más clara acerca de una elección sin árbitro y reglas confiables y equitativas tomemos por caso la elección municipal de Veracruz en 1991: gobernaba Dante Delgado y la elección municipal se celebró el 8 de noviembre; previamente, la legislatura local creó 45 nuevas regidurías y sindicaturas. Participaron 9 partidos, a algunos su escasa membrecía no les alcanzaba para integrar sus planillas. Cuando el presidente de la Comisión Estatal Electoral, Miguel Ángel Díaz Pedroza, informó de los resultados inmediatamente hubo protestas, en Acayucan quemaron el local de la Comisión Municipal Electoral, en Pánuco bloquearon la carretera, en Xico y en Jesús Carranza tomaron palacios municipales. El PPS ganó en Las Vigas, Villa Aldama y Tuxtilla; el PRD Xico, Texcatepec, Soledad Atzompa y Jalcomulco; el PAN en Papantla y Perote y el PFCRN triunfó en Miahuatlan y Tonayán. Una elección de elevado abstencionismo. El PRD presentó quejas ante el IFE a través de Jesús Ortega, alegaban haber ganado en 11 municipios pero solo le reconocían cuatro y protestaban también porque según ellos al PAN daban trato preferencial. Fue cuando Ortega informó, ante el Secretario de Gobernación Gutiérrez Barrios que el dirigente perredista de Tabasco, Andrés Manuel López Obrador, “al puro estilo Nava” iniciaría un “Éxodo por la democracia” hacia la CDMX en defensa de los triunfos perredistas. Las negociaciones conciliadoras convirtieron triunfos priistas ya reconocidos en ganancias perredistas: en el municipio de Zaragoza, pese a que ya había dictaminado a favor del PRI, 1404 votos contra 1, 132 del PRD, la CFE determinó irregularidades en una casilla y esto dio el triunfo al PRD, porque el PRI bajó a 1,127 sufragios. En Las Choapas: PRI 7,772 votos, PRD 6,279 pero por “violencia en 18 casillas”, el Colegio Electoral anuló la elección y se nombró Consejo Municipal; igual ocurrió en Cabada, Filomeno Mata y Cosamaloapan. En Cocoatzintla se había declarado el triunfo priista pero en las negociaciones se le dio al Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, y en Xico al anular una casilla del PRI ganó el PRD. Caso semejante sucedió en Hueyapan de Ocampo, para el PRD y en Zaragoza al PPS. Pero fue todo un show electoral, porque aún después de la elección se crearon sindicaturas y regidurías. En Tabasco, el éxodo consiguió Consejos municipales en Macuspana, Nacajuca y Cárdenas, gracias a las negociaciones en el Salón Verde de la Secretaría de Gobernación. Todo eso y más sucedía cuando el IFE (hoy INE) aún calentaba motores, una vez consolidado como órgano rector de las elecciones en México las diferencias se pueden contrastar entre el antes y el después del INE. Aunque usted no lo crea.