Imagine usted una mesa en la que se encuentren el presidente ruso Vladimir Putin, el líder
norcoreano Kim Jong Un y el presidente de China, Xi Jinping; seguro usted coincidiría que esa es una mesa de tiranos. Ahora imagine que en esa mesa hay un lugar reservado para el presidente Andrés Manuel López Obrador. La organización británica Index on Censorship, la cual publica una revista trimestral, cada año lleva a cabo una campaña para concientizar «sobre la represión que ejercen ciertos líderes en el mundo».
Este año, en su lista de nominados al “Tirano de 2022”, Index on Censorship incluyó al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. ¿Qué méritos vieron en el presidente para ponerlo en la mesa de tiranos? Nik Williams, oficial de políticas y campañas de Index, explicó que los ataques contra la prensa, particularmente contra algunos periodistas directamente, así como el asesinato de periodistas, colocan al presidente mexicano en un lugar de honor. El sólo hecho de que haya exhibido desde su posición de poder los ingresos de Carlos Loret de Mola, es un «acto de intimidación y el abuso de la oficina presidencial sería atroz en cualquier circunstancia. Sin embargo, en México, en un contexto de impunidad desenfrenada y uno de los peores antecedentes en materia de seguridad de los periodistas, es mucho peor que eso».
Pues suerte al presidente mexicano, en una de esas se gana el título del “Tirano de 2022”, que bien merecido lo tendría.
Sobre el plagio de la ministra Yasmín Esquivel, la UNAM ya se pronunció: “Existe un alto
nivel de coincidencias entre ambos textos” ¿Se ha tomado usted la molestia de revisar la tesis con la que se licenció la ministra Yasmín Esquivel? ¿La ha cotejado con la de Edgar Ulises Báez, quien entregó su tesis un año antes que el de la esposa de José María Rioboó? Son idénticas. No sólo el título, también el índice y la mayor parte del contenido. Es por ello que a la Universidad Nacional Autónoma de México no
le quedó de otra que reconocer que “existe un alto nivel de coincidencias entre ambos textos”.
En un comunicado dirigido a los medios, nuestra Máxima Casa de Estudios anotó: “Al llevar a cabo el cotejo pormenorizado de las tesis profesionales de una alumna de la Facultad de
Estudios Superiores (FES) Aragón, presentada en 1987 con la de un alumno de la Facultad de Derecho, sustentada en 1986, la Dirección General de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información de esta Universidad encontró que existe un alto nivel de coincidencias entre ambos
textos”. La UNAM se hubiera visto mal, si ante semejante evidencia, decidiera encubrir a la
ministra plagiaria. Los documentos de prueba se encontraban en su biblioteca de archivos, la cual está disponible al público. No había manera de evadir el caso e indultar a la plagiaria. Lo que toca ahora es proceder en contra de la delincuente, en contra de la ladrona, en contra también de todos los que encubrieron o pretendieron encubrir a esta delincuente que es, nada más y nada menos, que una ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Ojalá todos los días fueran Navidad
La Navidad, nadie lo duda, es un evento que influye en el ánimo y espíritu de todo el mundo occidental; ahora también en el mundo oriental. Las calles de las grandes ciudades se llenan de luces de colores, de campanas dobles, velas monumentales y sonrientes ancianos vestidos de rojo Coca Cola, que llevan regalos a las personas, especialmente a los niños que se portaron bien. Se cena, la noche del veinticuatro y la madrugada del veinticinco, pierna al horno, pavo relleno, o en muchos casos los famosos romeritos y el bacalao. La familia se reúne para desearse, al menos por esa noche y el día siguiente una felicidad mezquina: “Feliz Navidad”, no más. Como a eso de las tres de la mañana del día veinticinco, muchos son los hombres, excedidos de alcohol, que muestran el otro rostro de la Navidad. Salen ebrios de la fiesta y buscan taxi para poder llegar a su casa, y es que pusieron en ridículo a la esposa e hijos porque se pelearon con el hermano, con el padre; ebrios a los que tuvieron que sacar entre todos para que no siguieran arruinando la fiesta. Me consta, yo fui taxista ocho años y los veía salir, me hacían la señal de parar y los subía a mi taxi. Me contaban su vida, sus broncas, sus rencores, pero nunca su felicidad. A la mañana siguiente la resaca, la vergüenza, las disculpas en el mejor de los casos, o el silencio en el peor. Otras veces la Navidad es un recordatorio de nuestra soledad, un vistazo a la ruindad de los demás, una ojeada a los sueños
no cumplidos. Se desea. pero no se tiene para comprar, se ansía, pero no se tiene para
aspirar. No es cierto eso que dice Serrat, que en las fiestas “el prohombre y el humano bailan y se dan la mano sin importarles la raza”. Acaba uno descubriendo que para muchos hay varias clases de Navidad. Aparte, cómo imaginarse que la noche es de paz cuando el mundo vive el conflicto de las desigualdades, de las guerras, de su propia inmoralidad. Tan sólo el mes pasado fue uno de los más violentas en varias décadas; siguen apareciendo muertos y descabezados, ejecutados por el crimen de esta desigualdad social. A mí, debo confesarlo, me gusta ver los escaparates de las tiendas llenos de ofertas falsas, me gusta ver a la gente sonriendo, compitiendo con sus vecinos en la iluminación de sus casas, no escatimando gastos, comprándose ese abrigo que tanto les gustó, esos zapatos que están por encima de su presupuesto, ese vestido, esa camisa, ese reloj. Me gusta todo eso, pero no me engaño; no creo que deseándonos prosperidad y paz en una sola noche se nos vayan a solucionar los problemas. Ojalá y en verdad la Navidad solucionara los problemas del mundo. Ojalá y entonces todos los días fueran Navidad y los hombres se desearan paz todos los días. Pero el ser humano tiene la mala costumbre de hacer que los buenos deseos duren lo mínimo para evitar que estos se cumplan.
Armando Ortiz Twitter: @aortiz52 @lbajopalabra