Juegos de Poder
Ha pasado una semana de que la Selección Nacional de Futbol de México fue eliminada del Campeonato Mundial en Qatar. He escuchado muchas opiniones sobre por qué el fracaso y lo que se requiere para enmendar el camino hacia el futuro. Como un simple aficionado a este deporte, sin ínfulas de ningún tipo, meto mi cuchara en este debate.
Desde luego, fue un fracaso lo acaecido en Qatar. Estamos frente a un claro retroceso en materia de futbol. Desde 1978, la selección siempre había pasado de la fase de grupos. En esta ocasión, no. La Federación Mexicana de Futbol (Femexfut) supuestamente había diseñado una estrategia para superar el famoso cuarto partido y por fin llegar al quinto. Bueno, pues en Qatar no llegamos ni al cuarto.
Los que seguimos a la selección ya lo sospechábamos. Este equipo no funcionaba. El año pasado, durante la Copa Oro de la Concacaf, una rala escuadra estadunidense le ganó a la mexicana, que ni metió las manos. En ese momento debieron haber despedido al director técnico, Gerardo Martino, para superar la inoperancia del equipo nacional. No lo hicieron. Mantuvieron al Tata, quien tomó decisiones equivocadas, tanto del plantel como en la manera de enfrentar a sus rivales de grupo. El resultado fue un rotundo fracaso.
Más allá de la responsabilidad de los jugadores, el técnico y los directivos, el problema del futbol es estructural. El principal inconveniente, creo, tiene que ver con talento y formación, tal y como ocurre en todas las profesiones.
En México hay alrededor de 11 millones de hombres de entre 5 y 14 años, el rango de edad para descubrir a los que tienen un talento natural y después instruirlos. Estoy seguro de que, entre esa población, hay 26 diamantes en bruto.
Se requiere, entonces, encontrar a esos muchachos que, por razón de la fortuna, juegan bien al futbol. La Femexfut debería tener un grupo de visores en toda la República que los hallara, sobre todo en las colonias populares.
Acto seguido, vendría la formación. Aquí podrían establecerse doce centros de capacitación de futbolistas de élite. Los posibles candidatos tendrían que competir por un lugar en estos internados. Sólo se aceptarían 22 alumnos cada año. Ahí se les proveería de una vivienda digna, educación de calidad y servicios de salud. El financiamiento completo correría a cargo de la Femexfut.
Maestros calificados se encargarían de fortalecer físicamente a los muchachos y pulir su forma de juego. Además, los prepararían psicológicamente y enseñarían todo tipo de técnicas, tácticas y estrategias.
¿Estoy loco al proponer esto?
Pues es exactamente lo que hicieron los franceses para convertirse en una potencia futbolística. Doce internados de jugadores de élite de donde han salido grandes figuras del balompié galo. Además, al reclutar en colonias de migrantes africanos y árabes, el futbol de ese país se ha convertido en un vehículo de movilidad social para estos jóvenes que, de no haber tenido esa oportunidad, vivirían en la marginalidad.
Si en Francia se puede, también en México.
Y no se trata de un tema de dinero porque la Femexfut tiene muchísimos recursos que le podría dedicar a la caza y formación de talento.
Pero voy un paso más. A los muchachos que se destacaran en las escuelas de élite de la Femexfut, una vez que ya tengan la edad para jugar profesionalmente, tendrían prohibido contratarse de inmediato en un equipo mexicano. La Femexfut estaría obligada a mandarlos al extranjero, de preferencia a algún equipo europeo, para foguearse con los mejores del mundo.
Sería muy importante blindar todo este sistema de la maldita corrupción que existe en el futbol nacional. Sabido es que los entrenadores en México solicitan dinero a los niños o jóvenes para meterlos a jugar. O las pirañas que son los representantes que tienen la capacidad de enlatar a gente talentosa porque nos les conviene a sus finanzas.
Sí, el futbol es un negocio. Pero, si queremos dar un salto cuántico en calidad, los federativos tendrían que procurar un sistema de escuelas de élite donde no cupieran ni los abusos de poder ni los sobornos. Para tal efecto, podrían firmar un acuerdo con Transparencia Mexicana, que asesoraría y fiscalizaría rutinariamente la honestidad de visores, maestros y directivos escolares.
He aquí algunas ideas. Y puede haber muchas más. El chiste, me parece, es ver qué han hecho otros países para mejorar su futbol e importar las mejores prácticas a México. De que aquí hay talento, no tengo la menor duda. El tema es encontrarlo y formarlo con el fin de llegar a un Mundial con jugadores de clase mundial.