Por voz del presidente de México sabemos de su loable intención de elevar los servicios de salud de este país a niveles equivalentes a los prevalecientes en los países bajos, sin duda es una meta ambiciosa; lamentablemente, como todo ideal o meta paradigmática, será difícil alcanzarla, más de un motivo hay para así suponerlo. Empezando por la escasez de recursos financieros para lograrlo, según lo documentan las asignaciones presupuestales destinadas en los últimos años a ese sector de gobierno. Si se revisan las partidas presupuestales aprobadas por la Cámara de diputados al Sector Salud se podrá comprobar la tendencia a la baja de las partidas presupuestales asignadas a esa importante rama de gobierno, y si acordamos que un presupuesto configura por sí solo un programa de gobierno será fácil comprobar el contraste entre la buena intención de tener buen servicio de salud y el recalcitrante “no” dictado por la realidad. Pero, suponiendo que hubiera recursos suficientes para lograr nuestro paradigma en salud, encontraremos en la infraestructura hospitalaria serios problemas; porque, suponiendo sin conceder que el presidente tenga razón en su dicho acerca de haber recibido un desastre en el sector, con mucho mayor razón los obstáculos son insalvables, al menos para lograr la susodicha meta en el presente año, según lo ofreció el Secretario de Salud, Jorge Alcocer avalado por el presidente López Obrador. No se requiere ser un perito en administración de hospitales para formular un diagnostico nada optimista bastaría con visitar, por ejemplo, el Hospital Civil “Luis F Nachón” de esta capital para comprobar el lamentable rol de su funcionamiento, que por ser un referente en esta capital repercute directamente en las funciones del Hospital de Alta Especialidad pues, no pudiendo atender con eficacia la creciente demanda, las urgencias se derivan al Rafael Lucio. En alguna ocasión, hace ya algunos años, cuando se inauguró el Centro Estatal de Cancerología los veracruzanos pudimos presumir de contar con un Instituto de Oncología en potencia, debido a su equipamiento y al personal calificado con el que ha contado, una contraloría médica en estos momentos comprobaría las tristes condiciones en que se encuentra actualmente. Hay más, no menos importante, el actual Secretario de Salud en Veracruz luce tan desconectado con el personal médico y administrativo del Sector a su cargo que no logra articular significativos avances en la solución de los graves problemas del Sector, aunado a esa circunstancia se apareja la insuficiencia del recurso económico para atender las necesidades de abasto de medicinas e insumos, reparación de equipo médico etc. Bien se dice, y se dice bien, que un pesimista es un optimista bien documentado, pero, pese a ese irremediable estatus psicológico, nada impide para desear que el presidente de México logre la meta de dotar a los mexicanos un Sector Salud de primer orden, porque entonces los mexicanos con seguridad social y quienes carecen de esa protección estaremos al amparo de un Sector Salud de primera. Que así sea y no falta mucho para comprobar hacia dónde se mueve la brújula.