El resultado de la elección de quien presidirá durante los próximos cuatro años la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Consejo de la Judicatura ha resultado una verdadera sorpresa por cuanto a que quien fue elegida no figuraba entre las más votables. A esa elección es posible darle muchas lecturas en tiempos de candente polarización política, en un sistema cuya tesis fundamental reside en los frenos y contrapesos entre los poderes de la Unión, hasta ahora dominado por la figura del titular del Poder Ejecutivo, a quien se somete tradicionalmente el Poder Legislativo, ahora con MoReNa y antes durante los gobiernos priistas. Es hecho histórico que no podemos ignorar la dependencia del Poder Judicial frente al Ejecutivo durante la hegemonía priista, por tal motivo no sería apropiado asegurar que con esta elección la Suprema Corte de Justicia habrá de “recuperar” su autonomía; sin embargo, la elección de la Ministra Norma Piña alienta la esperanza de obtener mayores márgenes de independencia respecto al Ejecutivo, condición de subrayada importancia que incluso compite con el hito histórico de una mujer al frente del Poder Judicial. Otra lectura deviene de haber sido un resultado no esperado, incluso por el propio presidente López Obrador, a quien solo quedó la oportunidad de “vetar” virtualmente la elección del Ministro Ortiz Mena. Algo es algo, porque de haber favorecido la elección a este Ministro se hubiera interpretado como una catástrofe política ya que desde la elite del poder se le cataloga en base a su supuesta cercanía con el expresidente Calderón. Otra lectura pudiera avizorarse desde la perspectiva de la paulatina mengua del poder presidencial ya en la cercanía de decidir la candidatura de MoReNa continuismo (Claudia, Adán), continuidad (Ebrard). En otro enfoque, cabría dibujar la idea de un parteaguas, a partir del cual comenzará a percibirse una actividad con renovado impulso de la corriente opositora; el “sí se puede”, relegado al archivo muerto a partir de la derrota electoral de 2018, pudiera reactivarse con vigor creciente llegando a su clímax si la elección en el Estado de México favorece a la alianza opositora. Hasta ahora queda en simple hipótesis pendiente de comprobarse, lo cual solo será posible de constatar siguiendo el curso de los acontecimientos.