domingo, noviembre 24, 2024

El amor en la obra de Benito Pérez Galdós. (IV)

“Fortunata y Jacinta: cuarta parte”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

El hombre posee ciertas características que lo asemejan a todo hombre. Ahora bien, esas características, condiciones humanas, y a esto debemos agregarle las circunstancias que vive toda persona, la forma de afrontarlas dependerá mucho de la educación que reciba y el ambiente en que viva. Lo anterior no justifica, pero si explica la conducta de Fortunata. Una mujer bella que creció huérfana, en plena pobreza, muy joven se enamoró de un apuesto millonario llamado Juan Santa Cruz, este bueno para nada, en dos ocasiones la ha abandonado, y pasado el tiempo la vuelve a buscar y Fortunata recae nuevamente en sus brazos…desde una posición rígida e incomprensiva, cualquier lector podría calificar a Fortunata de indigna, sin voluntad, sin carácter, y puede que mucho de eso sea cierto, empero, la joven también debe ser comprendida, porque por mal que haya sido su proceder, la bella joven siempre apostó por el amor, por la enorme pasión que sintió por Juan. Así llegamos a esta última parte de la historia siendo Fortunata nuevamente la amante de Juan, viviendo con su esposo Maximiliano. ¿Qué es una adúltera? Sí, como el propio Juan. ¿Qué Maximiliano es víctima? Sí, como lo es la propia Fortunata…, luego entonces, ¿no hay responsables? Sí, todos son responsables y casi todos cosechan lo que sembraron…continuamos con el cierre de la historia.

En esta cuarta y última parte desde un inicio se percibe que Juan abandonará por tercera vez a Fortunata, solo que ella no es ninguna tonta, el amor y la pasión no le ciega la realidad, sabe que su querido Juan es inestable, que si la abandonó dos veces lo hará una tercera, solo que ahora tiene muy claro un proyecto en mente consistente en embarazarse de Juan, así, pase lo que pase ella se quedará con un hijo de su gran amor que los unirá directa o indirectamente para toda la vida. En este apartado ingresa otro personaje llamado Segismundo Ballester que resulta central en la conclusión de la historia, recordemos que los hombres que han rodeado a Fortunata son: Juan, su gran amor y por quien ella ha dado todo. Maximiliano, su esposo, aclarando que él se aferró a ella sabiendo que no lo amaba. Evaristo, un hombre que la disfrutó, la quiso y la ayudó, pero por su avanzada edad renunció a ella, y aquí incluimos a Ballester, un hombre que se enamoró de Fortunata, nunca obtuvo nada de ella, y él la acompañó hasta los últimos días de su vida, mejor dicho, no la abandonó ni cuando ya estaba bajo la tumba.

Personajes como Guillermina, doña Lupe, quien es tía de Maxi, entre otros, siguen siendo protagonistas importantísimos, pero como lo he venido escribiendo todos giran alrededor de Fortunata, Juan y Jacinta. E incluso, el lector notará que por mucho Fortunata es el personaje fundamental de la historia y al lado de ella está Juan, por ser su gran amor y Jacinta por ser la esposa de Juan. No obstante, hay momentos que pasamos páginas y páginas y nada sabemos de Juan y Jacinta, y esto no afecta en nada, claro está, sabemos que al final nos toparemos con ellos, sin embargo, de Fortunata nunca podremos prescindir, ella con sus defectos y virtudes, con sus grandezas y miserias, con su amor y pasión desmedida, termina siendo la heroína de la historia, tal vez, heroína en sentido trágico, pero su figura es imponente, eclipsante, cautivante…

Al verse nuevamente olvidada por Juan, Fortunata decidió dejar a su esposo Maxi, ella nunca lo amó por más que se esforzó. Además, Maximiliano está literalmente volviéndose loco, y en sus delirios le ha dicho a Fortunata que ambos deben morir para liberar el espíritu de la bestia que lo tiene preso en el pecado…Fortunata decide regresar donde todo inició, al edificio viejo, pobre y abandonado donde vive su ti. Aquí Pérez Galdós realiza toda una descripción y crítica social de la enorme pobreza en la que viven gran parte de los madrileños… continuando, Fortunata como es de esperar se encuentra embarazada de Juan, este se fue sin saberlo, ahora el insensible millonario (créanme que a  este personaje no le encuentro ninguna virtud), anda de amoríos con una íntima amiga de Fortunata llamada Aurora, así es la realidad por dura que parezca, las traiciones más dolorosas lo son precisamente porque las recibes de las personas que menos esperas.

Maximiliano enloqueció. Juan vivía su nuevo amorío con Aurora. Jacinta estaba arrumbada en su casa, sin ilusión, quizá con un poco de frustración. E           n este ambiente Fortunata dio a luz a su hermoso hijo al que puso de nombre Juan Evaristo. Encontrándose en proceso de recuperación del parto y amamantando a su hijo, Maximiliano la fue a ver y le dijo que su examante ahora disfruta su nuevo amorío con Aurora. Maxi más que por frustración o rencor, le dijo esto a Fortunata porque él en su dañado cerebro creía que vivir el dolor como él lo ha vivido, hace que renuncies a los deseos del mundo, aprendas a vivir sin odio, sin dolor, solo renuncias y ya…pero, la pobre Fortunata no lo creyó así, se sintió terriblemente burlada y humillada ya no por Juan, sino por la traidora de su amiga Aurora, ya que esta mujer cuando convivía mucho con Fortunata, le decía cosas de Juan y Jacinta, que hoy comprendemos eran mentiras, para que Fortunata fuera y le reclamara a Juan y así poco a poco él se alejaría de ella y Aurora tendría el camino libre hacia él, cosa que así sucedió.

Fortunata no soportó el nivel de traición y como pudo se levantó y fue en busca de Aurora. La encontró y la tundió a golpes, sino se la logran quitar ahí hubiera quedado la traidora mujer. Este acto de agitación y descontrol fue provocando una fuerte merma física en Fortunata. Toda la sociedad madrileña supo del encontronazo de la supuesta “salvaje” Fortunata con la bella dama de “sociedad” llamada Aurora, ¡así con los conceptos y las definiciones!… los días pasaban y la salud de Fortunata empeoraba, Ballester siempre estuvo al pendiente de la mujer que amaba, él soñaba con ver sana a Fortunata y a futuro vivir feliz con ella, empero, las cosas no serían así, Fortunata emporaba y empeoraba.

Jacinta y la familia de Juan Santa Cruz se enteraron del nacimiento del hijo de Juan. Jacinta a estas alturas le importaba poco lo que hiciera su esposo, se nota claramente un desinterés genuino y posiblemente esto sea lo peor, es decir, cuando a alguien ya no le importa lo que hagas, lo que pienses, lo que digas, aquí no tan solo se acabó el amor, se acabó todo, todo. Resulta peor incluso que la muerte, porque si un ser querido muere así, siendo querido, mínimo vivirás con el recuerdo de un pasado bello, con momentos sublimes, en el caso de Jacinta, ésta no sentía nada, nada, ni bueno ni malo…eso sí, a estas alturas sentía compasión y ternura por Fortunata, sabe que la pobre joven amó a Juan siempre, se le entregó por completo, no tuvo limites con él, lo perdonó y regresó muchas veces y lo seguiría haciendo mientras tuviera vida y energía, y Fortunata sentía lo mismo por Jacinta; respeto, admiración, por eso al borde de la muerte decidió escribirle una carta a Jacinta donde le dejaba a su hijo para que lo cuidara, cosa que Jacinta aceptó y la muerte de Fortunata llegó.

Ballester es un personaje que aparece en esta última parte y me parece que de todos los que rodearon a Fortunata fue el más limpio y genuino, por supuesto que tenía interés en ella, pero nunca recibió nada y permanentemente estuvo allí para socorrerla, acompañarla, cuando regresaban del entierro de la trágica heroína, pronunció estas palabras:

“–Esta imagen –dijo a su amigo –vivirá en mí algún tiempo; pero se irá borrando, borrando, hasta que enteramente desaparezca. Esta presunción de un olvido posible, aun suponiendo lejano, me da más tristeza de lo que acabo de ver…pero tiene que haber olvido, como tiene que haber muerte. Sin olvido, no habría huecos para las ideas y los sentimientos nuevos. Sino olvidáramos, no podríamos vivir, porque en el trabajo digestivo del espíritu no puede haber indigestión sin que haya también eliminación.”

¿Qué tanto podemos olvidar? No lo sé, pero, la capacidad de olvido en buena medida será la capacidad de poder liberar y vivir mejor. Fortunata perdonó y olvidó. Jacinta perdonó y olvidó. A ambas mujeres la recordaremos por su fuerza de querer, amar, equivocarse, apasionarse, entregarse, en esencia, vivir. Juan Santa Cruz resultó ser tan pobre, pero tan pobre, que lo único que tuvo fue dinero. Olvidar para vivir. Olvidar para seguir viviendo…

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Facebook: José Miguel Naranjo Ramírez.

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