sábado, noviembre 23, 2024

Zacatecas o el fracaso de AMLO y su plan de seguridad

Serpientes y Escaleras

Salvador García Soto

Era noviembre de 2021 y el presidente López Obrador acudía a la ciudad de Zacatecas para anunciar un Plan de Apoyo a Zacatecas, con el que se comprometía a «hacer frente» a los problemas de seguridad y violencia del narcotráfico desbordada en el estado por la disputa entre los Cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, que ya ocasionaba en ese año 1,600 homicidios dolosos en razón de 4.5 muertes diarias. «Vamos a estar viniendo a Zacatecas, recorriendo como lo hemos hecho desde hace muchos años, apoyando al pueblo y también expresarle al gobernador, David Monreal, que no está solo. Tiene todo el apoyo del gobierno federal. Vamos a enfrentar todos los obstáculos, todas las adversidades porque Zacatecas y su pueblo, merecen un mejor destino».

Después de esa visita, el presidente tardó casi un año para regresar al estado y no fue sino hasta el 9 de septiembre de 2022 que volvió a estar en Zacatecas para evaluar los resultados del Plan de Apoyo, que hasta ese momento había enviado dos mil 114 soldados del Ejército, mil 800 agentes de la Guardia Nacional, a los que se sumaron 930 policías estatales y mil 257 municipales para un despliegue total de seis mil 101 elementos en la estrategia para contener la violencia. Pero las cifras y datos que le dieron en esa visita al Presidente no fueron los más halagüeños: si bien los homicidios dolosos habían bajado de mil 600 a mil 200 en el 2022, Zacatecas seguía siendo, aún con la presencia de fuerzas federales, de los estados más violentos a nivel nacional y las balaceras, masacres, desplazamiento de familias seguían siendo graves y constantes en las seis regiones del estado: Río Grande, Jalpa, Guadalupe, Jerez, Zacatecas y Fresnillo.

Era evidente, en ese momento, que el plan de la 4T para sacar a Zacatecas de la violencia y de paso rescatar al gobernador morenista David Monreal, había fracasado un año después y no había logrado detener la guerra de cárteles en su territorio; y el Presidente lo reconocía en esa visita, pero solo a medias: «Estamos muy conscientes, por eso estamos en Zacatecas, por el problema de violencia. Venimos a decirles que no están solos, que continúa el programa de apoyo de nuestras fuerzas armadas, se ha avanzado, pero necesitamos reforzar este plan de apoyo a Zacatecas», decía López Obrador a sabiendas de que la violencia no había logrado ser contenida por las fuerzas federales y que los homicidios dolosos, los narcobloqueos, quema de autos, desplazamiento de pueblos, ataques armados, asesinatos de policías y asaltos en carreteras seguían asfixiando a los zacatecanos.

Y apenas dos meses después de esa segunda promesa presidencial para rescatar a Zacatecas, el fracaso del plan federal volvió a quedar exhibido cuando, el 25 de noviembre, en un operativo antisecuestros, fue asesinado el general brigadier del Ejército y coordinador de la Guardia Nacional en el estado, José Silvestre Urzúa. El asesinato del general fue tomado como un fuerte desafío del crimen organizado para el gobierno federal, por tratarse del militar de más alto rango asesinado en este gobierno y el que más jerarquía tenía en la Guardia Nacional. La respuesta del presidente y del general Luis Cresencio Sandoval fue mandar más refuerzos a su fallido operativo: 439 agentes federales más, 200 de Fuerzas Especiales, procedentes del Estado de México y otros 239 de Guadalajara, llegaron a tratar de cobrar la afrenta de la muerte del general brigadier.

Pero ni eso contuvo la violencia. Una semana después de que llegaran los refuerzos federales, el sábado 3 de diciembre, el juez penal Roberto Elías Martínez, fue asesinado de varios balazos al salir de su domicilio, mientras que al mismo tiempo en el penal de Cieneguillas hubo un intento de fuga y motín, que coincidió con narcobloqueos en las calles con autos incendiados y cierre de calles y avenidas. El año 2022 cerró con toda su violencia y las cifras de homicidios dolosos en Zacatecas siguieron duplicando la media nacional, pues fueron de 187 por cada 100 mil habitantes, a diferencia de los 90 que promedia la República.

Las cifras oficiales difirieron en cuanto a los homicidios dolosos en 2022, pues mientras la Fiscalía General de Zacatecas registró mil 428, 192 más que en 2021, y dijo que 95 por ciento de los casos tenían que ver con pugnas del narcotráfico, incluyendo el asesinato de 89 niños y adolescentes; el Sistema Nacional de Seguridad Pública sólo reportó 978 homicidios dolosos, un 13% menos que en 2021 cuando hubo mil 134, según las cifras de su Secretariado Ejecutivo.

En medio del evidente fracaso del gobierno lopezobradorista en Zacatecas, también está la incapacidad manifiesta del gobernador David Monreal, que con todo y el apoyo federal no ha podido más que pedir a los zacatecanos que «se encomienden a Dios». Incluso el hermano del líder senatorial de Morena tuvo que recular cuando había negociado con el embajador Ken Salazar un plan de ayuda de agencias estadounidenses como el FBI y la DEA para enfrentar y frenar la violencia en su estado y se echó para atrás luego de un fuerte regaño público del presidente López Obrador.

El pasado fin de semana se volvió a constatar que Zacatecas sigue ardiendo, dos años después de la promesa del presidente. La tarde del domingo se registró un nuevo repunte de la violencia con enfrentamientos armados, narco bloqueos de la delincuencia organizada, que despojó de sus vehículos a automovilistas y transportistas para incendiaros y cerrar calles, avenidas y carreteras, además de dispersar artefactos ponchallantas en por lo menos 9 municipios del estado: Fresnillo, Calera, Enrique Estrada, Genaro Codina, Guadalupe, Ojocaliente, Ciudad Cuauhtémoc, Pánfilo Natera y Trancoso.

A este paso, Zacatecas terminará siendo para López Obrador lo que Michoacán fue para su némesis Felipe Calderón. Porque ni con toda la fuerza del Ejército, ni con promesas reiteradas del presidente que no volvió tan frecuentemente al estado como lo prometió, es evidente que la estrategia federal de seguridad, la fallida ocurrencia de los «abrazos, no balazos» que tiene sumido en la violencia a más de la mitad de la República, tendrá en el territorio zacatecano su peor versión: porque al menos en el resto del país, donde no quisieron enfrentar a los cárteles del narco, su fracaso se entiende por la omisión, la negligencia y la inacción; pero en Zacatecas, donde quisieron enfrentarlos, no pudieron. O al menos hasta ahora no han podio porque el estado sigue en llamas.

Los dados repiten Escalera. Volvemos a subir.

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