Los actuales son tiempos de Colectivos Ciudadanos, su existencia encuentra explicación en la imperante necesidad de cubrir las oquedades ocasionadas por un deficiente funcionamiento del Estado Mexicano, esto induce a la población a actuar en consecuencia para llamar la atención de los problemas colectivos y motivar a ciudadanía a participar en mayor medida en los asuntos públicos. En la dramática y patológica situación social de nuestros tiempos, han surgido Colectivos de diversa índole, pero por su dramático contenido humano destacan los ocupados en la patética búsqueda de desaparecidos, esa es una horrenda condición que debe inducirnos a una solidaria comunión de sentimientos que lamentablemente no se generaliza. Se requiere para eso una concientización ciudadana en todos los órdenes de la actividad social; de manera prioritaria para la activación ciudadana en materia política pues su abstención en esos menesteres es atávica en nuestro medio y guarda proporción directa con el abuso de la clase política de todos los signos partidistas en el manejo de las herramientas del poder. En ese contexto, al finalizar enero del año en curso se dio a conocer la aparición del “Colectivo por México” mediante un Manifiesto cuyo planteamiento contiene un acentuado perfil ciudadano y despertó la esperanza de movilizar al ciudadano mexicano hacia la participación en asuntos inherentes a la cosa pública. Después de aquella expresión no se sabe si ha sido flor de un día o si efectivamente se están fraguando las condiciones para el despertar del pueblo político en este país. A semejanza de aquella resplandeciente eclosión ciudadana a nivel Central, acá en la Aldea, justo cuando se organizaba la marcha en defensa del INE, apareció un grupo de ciudadanos integrados en el Colectivo “Ver por Veracruz”, con un embalaje muy plural, diversidad ideológica y de oficios varios en cuyo centro rector debiera inscribirse la histórica interrogante del Abate Sieyes: “¿qué es el Tercer Estado? Nada. ¿Qué quiere ser? Todo”. Ver por Veracruz, es un Colectivo que surge en respuesta a las condiciones sociales, económicas y políticas que privan en el contexto veracruzano, su prioridad fundamental es la movilización y el despertar de conciencias, la generación de espacios para encontrar consensos en torno a un proyecto por el bien de Veracruz. En su programa de acción Ver por Veracruz contempla invitar a dirigentes partidistas, sin mengua ni preferencia de colores o ideologías, porque constitucionalmente los partidos políticos son imprescindible conducto democrático para formar gobierno, de allí la importancia de una activa interlocución. Ayer, el invitado fue Marlon Ramírez, presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, dio respuesta a los diversos planteamientos, muy críticos algunos aunque dentro de los cánones de la interlocución civilizada. “El PRI está firme con la Alianza Va por México”, con cuadros internos reforzados para la venidera competencia electoral; aunque en mayo próximo concluye estatutariamente su periodo, nadie inquirió sobre quien podría ser un potencial sucesor. Por supuesto, se escucharon los planteamientos relativos al pesado lastre moral que carga el PRI a causa de gobiernos emanados de sus filas, que con sus deplorables conductas ganaron el repudio generalizado; hecho inocultable, no lo negó Marlon, incluso expresó mea culpa institucional. No es justificación, pero para explicar debemos reconocer que la política, ciencia de lo posible, extraordinario mecanismo de conducción humana, la ejercitamos los hombres y cuando esta circunstancia impera, sin pecar de fanático nietzscheano, no siempre las consecuencias son necesariamente buenas.