La sociedad veracruzana se impactó ayer una vez más con la noticia de que un alumno de primaria, un infante de apenas 13 años de edad, había tomado la determinación de arrojarse al vacío desde el segundo piso de su escuela, la primaria privada Guillermo A. Sherwell, y se reportaba grave aunque estable en el Hospital General de Córdoba.
El secretario de Educación de Veracruz Zenyazen Escobar, se reconoce, acudió con prontitud a acompañar y dar apoyo a los padres del menor. Fue él quien mantuvo informados a los medios sobre el estado del niño, y el último reporte de anoche decía que no había sufrido ningún daño cerebral, tenía alguna leve complicación abdominal y presentaba fracturas en ambas piernas y un brazo.
Pero está vivo, se va a salvar y pronto estará de nuevo jugando y corriendo como todos los niños de su edad.
Eso es una gran noticia.
Lo que preocupa es pensar qué fue lo que originó que un pequeño haya tratado de quitarse la vida. Como sociedad, debemos preguntarnos todos qué estamos haciendo o qué estamos permitiendo para que se dé una situación así, que cada día está más presente en la cotidianidad de las escuelas, lo que es una grave preocupación.
El niño que hoy está en el hospital es una víctima más del bullying escolar. Por lo que se sabe, entró en discusión con algunos compañeros y con su propia maestra por un asunto de 50 pesos, y fue tal el acoso que recibió, la presión sobre su mente infantil y sobre su corazón naciente, que en un arrebato se lanzó al vacío.
La autoridad escolar y la escuela han protegido a la maestra que abusó de su condición en el salón de clase, y con eso volvimos a la discusión permanente de si los niños deben ser educados en su casa y no en las instituciones educativas.
Yo no sé, pero puedo asegurar que mi maestro de primaria (un recuerdo imborrable, profesor Rafael Balderas, que hace más de medio siglo me enseñaste a escribir sin faltas de ortografía, y a sumar y restar con probidad)… mi mentor de la primaria, decía, nunca hubiera permitido que uno de sus alumnos sufriera la injusticia del acoso de cualquiera de sus compañeros.
Yo no sé, pero aparte de lo que traigan de sus hogares, los buenos docentes deben saber lo que están pasando con cada uno de sus alumnos y tomar medidas para evitar males mayores y hasta menores.
Trato de entender cuál es la lógica de los niños de primaria y secundaria, que piensan que abusar de un compañero débil es muestra de algún tipo de heroicidad. Hace apenas unos días, una alumna de secundaria mató a golpes a una condiscípula, y es de pavor enterarse de cómo situaciones de este tipo de multiplican en nuestras escuelas y ponen en peligro la existencia de menores que debieran estar seguros y ser cuidados con cariño y conciencia.
La violencia se ha apoderado de nosotros, hay que trabajar mucho para que no se enseñoree en las escuelas. Ahí no, por favor.