Los Políticos
Salvador Muñoz
Esto lo saben mejor los amigos de la lente que yo… detrás de una foto, hay una historia. El lunes pasado, en redes sociales circuló la imagen de una niña fundida en un abrazo con la diputada Anilú Ingram. Dicha fotografía fue tomada en Soledad Atzompa.
Sí, hubo más fotos, como la que se publicó en Notiver donde se ve a la diputada Anilú adelantando su Primer Viernes de Marzo: le estaban haciendo “una limpia”. O aquella otra gráfica donde le ponen la faja colorida, muy propia de esa zona, como la misma blusa que traía Anilú Ingram… y para rematar, esos adornos en su trenza… pero yo me quedo con la foto de esa niña por todo lo que proyecta ese abrazo.
La foto me llevó a otro episodio en la vida de Anilú, pero éste no fue en Soledad Atzompa, sino en Tamazolapa, comunidad de Coscomatepec.
Para estas fechas, Lisandro, el ahijado de Anilú, debe tener unos 16 años. Un joven que, de acuerdo a lo que me platica la diputada a esa pregunta que se ha hecho recurrente cada vez que nos encontramos, sigue creciendo, pero no sólo físicamente, sino en sueños, aspiraciones, siempre al lado de su abuela Clementina…
De Lisandro pasamos a Dani, la pequeña de la foto… así se llama y junto con su mami, doña Ángela, son vecinas de la localidad de Monterrey, en Soledad Atzompa.
Doña Ángela platicó a Anilú que su esposo tuvo que emigrar a Oregón, con el sueño de brindar una mejor calidad de vida a su familia.
Este deseo no es único en el papá de Dani… La localidad de Monterrey hace recordar a la Isla de Themyscira, porque ambas son habitadas por mujeres. La isla es parte de la ciencia ficción de DC Comics… La localidad de Monterrey es una cruel realidad. Allá viven en su mayoría, amas de casa que vieron un día partir a sus esposos, a sus hermanos, a sus hijos rumbo a Estados Unidos y Canadá, pero siempre todos con un ferviente deseo: brindar una mejor vida a sus familias.
Es cierto, la falta de oportunidades y el desempleo han obligado a los hombres a dejar a sus familias y emigrar, convirtiendo a la localidad de Monterrey en un lugar habitado por mujeres e infantes como Dani, capaz de brindar en un abrazo, una alegría que sólo es propia de quienes tienen el corazón limpio y tienen brillando el alma… y esa foto donde se funde en un abrazo.