Quien se haya enterado de la presencia en Veracruz de Alejandro Murat, exgobernador de Oaxaca, supuestamente para promocionarse como precandidato presidencial priista, habrá advertido el desinterés ciudadano hacia esa visita y la muy rala promoción partidista. ¡Qué diferencia a los viejos tiempos, cuando el PRI capturaba la atención del mundo político, de los medios y la opinión pública! Cosa parecida sucede con el anuncio de la visita a Xalapa de Alejandro Moreno, presidente del CEN priista, poco interés, nula expectación. Si bien los tiempos son otros a cuando el PRI y sus elites monopolizaban la luz de los reflectores, ahora es bastante notable el bajo interés que despiertan sus acciones, más acentuado aún porque ni sus figuras de relieve suscitan el interés de antaño. Relativo a esto último, despierta la interrogante sobre el porqué de esa indiferencia en el seno social. Una primera hipótesis se desplanta a partir de la condición del PRI como un partido de oposición y no en el gobierno, esa circunstancia es indudablemente fundamental para establecer una diferencia sustantiva. Otra tesis encuentra base en la visible mengua del poder político del PRI, reflejada en una muy escuálida bancada legislativa y un casi inexistente poder territorial, pues ahora el PRI gobierna solo dos entidades, si bien una de ellas, la mexiquense, es la de mayor población en la república, pero en junio próximo sabremos si logra conservarla o la pierde ante MoReNa. Una tercera propuesta, pone énfasis en la incierta condición de su dirigente nacional, porque estatutariamente debe entregar el mando en agosto próximo, pero se ignora si acatará ese mandato o se aferra al cargo provocando un auténtico sismo a su interior, con la consiguiente convulsión en pleno inicio del proceso electoral 2024. Pero ¿y sobre que “el hábito hace al monje”? Es referido al hecho de que si el PRI aún gozara de la plenitud del poder, cualquiera de sus militantes en actitud de promoverse levantaría olas, no por sí, sino por la eventualidad cierta de convertirse en vencedor electoral. A tal circunstancia obedece el hecho de que ni las visitas de Beatriz Paredes a Poza Rica, o la de Murat a Veracruz y la de Alito a Xalapa levantan olas, porque ciertamente “el hábito (el poder) hace al monje”. O sea, cualquier hijo de vecino postulado por el partido en el poder es capaz de convertirse, de pronto, de siervo a funcionario público. Salvo mejor opinión.