Las múltiples comisiones encomendadas por el presidente López Obrador a su Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, no pocas fuera de su esfera de responsabilidades han servido al canciller como plataforma de lanzamiento en sus aspiraciones presidenciales, obviamente mucho ha contado la eficiencia para implementar esas encomiendas dentro y fuera del país. Aunque Adán Augusto relativamente acaba de ser invitado al rejuego sucesorio, su condición de Secretario de Gobernación le proporciona mayor capacidad de movimiento en todo el territorio nacional, y lo ha aprovechado ampliamente para darse a conocer entre sus correligionarios de partido y grupos de poder en cada entidad federativa, pero no se acompaña de un discurso propio sino de una versión clonada en tono y esencia del presidencial, lo cual no le favorece para acumular puntos entre los votantes indecisos, quizás tampoco entre quienes en su partido tienen opinión propia. Claudia Sheinbaum arrancó primero, “es Claudia” se insistió sugerentemente y ha sido arropada con calor presidencial, pero el accidente en el Metro le ha restado la necesaria movilidad en el periplo territorial por México, además, tampoco cuenta con discurso propio, pues solo replica los dichos de AMLO, bueno para los “duros”, pero poco atractivo hacia afuera. A medida que se acerque la fecha agendada en MoReNa (julio), para iniciar su proceso interno de selección de candidato presidencial los golpes entre las “Corcholatas” irán subiendo de tono, Ebrard ya recibió el duro embate de la ex embajadora Alicia Bárcenas, quien le imputó haber negociado con el gobierno de los EEUU desventajosos acuerdos para México en materia migratoria, un auténtico obús de “fuego amigo”. Nada es descartable por lo que está en juego, de ninguna manera poca cosa. En reciente conferencia ante integrantes de la Asociación “Otero Ciudadano”, que bien lidera doña Leonor de la Miyar, el senador Ernesto Pérez Astorga calibró la opinión de los asistentes cuando ensayó una consulta espontánea a mano alzada, relativa a las preferencias respecto a las “corcholatas” de su partido, al menos en ese universo el grueso de los asistentes favoreció a Ebrard. Sin embargo, no pasa desapercibido un probable y serio desacuerdo en ese proceso interno de MoReNa cuando se establezcan las reglas de las encuestas para escoger al candidato ¿se hará en los términos propuestos por Ebrard para evitar malos entendidos, o se llevarán a cabo con los procedimientos utilizados en otros procesos, pese a derivar en disolventes desavenencias como las de Coahuila? Ya falta poco para saberlo.